La pesca está siendo un punto difícil para los que negocian la salida del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (EU). Siempre resultan complicadas las negociaciones pesqueras, porque los estados nación se construyen sobre fronteras rígidas, que en el mar flotan. Si Noruega no es parte de la UE es en gran medida porque, cuando hicieron el referéndum, se les inculcó temor a que los españoles pudiéramos pescar en sus aguas.

Son miedos irracionales, conectados con la idea de patria acosada por extranjeros codiciosos. Hay que defenderla de los piratas, categoría en que algunos demagogos incluyen a todo el que navega y al que no se puede mantener fuera de “aguas territoriales” con un puesto aduanero y una barrera móvil. Los pescadores, barcos más pequeños y escurridizos, son amenazas peligrosas para los salvapatrias, especie terrestre en alza.

Instintos básicos que nada tienen que ver con el peso de la actividad pesquera en la economía de Noruega o del RU, donde también fue uno de los argumentos importantes alegados por los defensores del Brexit. En este último país, el sector representa menos del 0,1% del PIB y genera unos 10.000 puestos de trabajo.

Galicia, que si fuera un país independiente sería la primera potencia pesquera de la UE, está muy pendiente de lo que pase con esta parte concreta de la complicada negociación, que tiene que ver más con el orgullo que con el comercio. Siempre se corre el riesgo de que se ceda aquí para proteger otros capítulos con más peso económico.

Nos pasó a mediados de los 80, cuando España negoció mal este apartado para sacar adelante otras cosas y perjudicó los intereses gallegos en el sector, que se ha ido recuperando y opera en todos los océanos. Quizá tengamos que volver a crear sociedades en el RU y contratar pescadores ingleses para poder seguir operando allí. Se ha hecho antes.

Lo difícil será encontrar pescadores ingleses dispuestos a trabajar, ya lo es cada vez más aquí, donde se recurre a inmigrantes de países como Perú o Cabo Verde. Así como los españoles consumimos mucho pescado, los ingleses, como los irlandeses, están rodeados de mar pero no tienen ese hábito. De hecho, usan muy pocas palabras para designar a las distintas especies de peces comestibles. Uno de sus pocos preparados populares con pescado son los fish and chips; le llaman fish, pero no saben que usan el abadejo para este plato (o cucurucho de papel de periódico).

Galicia tiene un interés especial en la negociación del Brexit para un sector muy importante de su economía. Representa entre 30.000 y 35.000 puestos de trabajo, incluidos acuicultura (marisqueo fundamentalmente) e industria transformadora. Aparentemente la UE se ha tomado el asunto en serio, pero juega el orgullo nacional. Me extraña que los británicos estén dispuestos a perder dinero en otros apartados por miedos irracionales. Pero nunca se sabe, hay demasiada emotividad nacional-popular en esto de la pesca.

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1 comentario

  1. Comparto algunas de las afirmaciones/argumentos, no tanto otros y reflexiono sobre la importancia de lo reputacional…

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