En toda la avalancha de noticias y reportajes sobre Isabel II, que han seguido a su fallecimiento, pasa casi desapercibida la decisión de Díaz Ayuso de decretar tres días de luto oficial en su región. Se apunta a todo .  El nacionalismo madrileño que ella representa es muy monárquico -símbolo de la unidad, villa y corte-, quiere dar una despedida adecuada a la decana de la casta, que no deja de ser una Jefa de Estado extranjera. Menudo escándalo armarían si mañana falleciera la primera ministra independentista escocesa y Euskadi o Cataluña declararan luto oficial.

La monarquía británica lleva más de mil años ininterrumpidos al frente del país, gracias a esa flexibilidad de la que Isabel II fue maestra. Tan discreta que no opinó sobre el referéndum de independencia de Escocia o el del Brexit, que salieron de acuerdo con lo que ella deseaba. Ambos fueron muestra de respeto a la voluntad popular, de adaptarse a ella. Por eso los británicos comparten Jefe de Estado con otros países, tienen la Commonwealth y relaciones eficaces con su principal ex colonia, los EEUU.

Aquí hay demasiada tendencia a pelear por las ideas e intentar imponerlas, basta con ver los recientes debates entre los principales partidos. Nos sigue influyendo la base cultural católica, los casi ocho siglos de enfrentamiento religioso, que dieron luz a dos países independientes dentro de la misma península. Muestra radical de los problemas para aceptar la diversidad. Isabel II era la jefa de la iglesia anglicana, cargo en la que también la sucederá Carlos III. Son tan adaptables que mezclan estructuras dirigentes religiosas y civiles sin caer en el autoritarismo. Toleran mejor la diferencia, sólo hay que ver la diversidad étnica de su gobierno. La monarquía allí  ni siquiera es constitucional en sentido estricto porque no disponen de constitución formal, van haciendo cambios para evolucionar.

No resulta práctico hacer ficción histórica, la historia es un capítulo cerrado. Quizá las Cortes de Cádiz fueron una oportunidad para desarrollar una descolonización más inclusiva y coordinada, mediante algún tipo de solución cuasi confederal, menos radical que la independencia pura. Entonces contábamos con minorías dirigentes de origen español en casi toda América y representadas en aquella convención constitucional. Pero la combinación de tradición católica con monarcas borbones acepta mejor el centralismo francés y dificulta las negociaciones en que todos pierden algo para cambiar el marco de relación y habitar de forma razonable tiempos diferentes .

Como ya se ha dicho aquí, somos el único país europeo que ha recuperado la monarquía en el último siglo y medio, después de haberla suprimido. Lo hemos hecho dos veces de la mano del ejército, no por voluntad popular. Ahora la capital, donde es casi imposible negociar asuntos de soberanía, quiere adornar nuestra institución aplicándole algo de barniz inglés, protestante y multicolor.  Se desprenderá pronto. También puede ocurrir que el nuevo monarca británico desprenda de los hombros  de nuestro rey emérito la Orden de la Jarretera. La mayor condecoración británica que su madre le otorgó en 1989. No siempre acertaba.

Por ahora, sólo Andalucía se ha apuntado al movimiento de Ayuso, hay buena comunicación en el centro-sur, ambos con gobierno conservador. Además, allí hay mucho turista inglés y aproximarse a Gibraltar es fuente de negocio.

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4 comentarios

  1. Sin entrar en otras consideraciones, si me parece una comparación poco afortunada el “luto” acordado por la Comunidad de Madrid con motivo del fallecimiento de Isabel II, con el que hipotéticamente hubieran o hubiesen acordado las de Euskadi o Cataluña en el caso, en absoluto deseable, de defunción de la primera ministra independentista escocesa. El primero puede considerarse excesivo, según el punto de vista del opinante, pero lo segundo estaría fuera de toda lógica y hasta la especulación sobre ello parece extemporánea.
    Claro que a la vista del “curriculum” de dichos gobiernos autonómicos nada puede sorprender.

    1. Tiene algo de caricatura, pero no sé por qué carece de toda lógica. Quizá porque una fue jefa de estado y la otra, todavía, no. Buen lío tienen en Escocia e Irlanda del Norte, pero allí les dejan celebrar referendos. La entrada va de flexibilidad contra rigidez. Su sistema constitucional es más elástico, se adapta.

  2. Supongo que tras el referéndum que derivó en el Brexit, serán en el futuro más cuidadosos.

    1. En el blog he comentado las difíciles secuelas de aquella decisión por la necesidad de poner la frontera comercial de Irlanda del Norte entre las dos islas. El nuevo rey puede tener que enfrentarse a llevar la corona del Reino Desunido, como le llamo a veces.

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