Son los rostros del reportero David Beriain y su cámara Roberto Fraile, asesinados el lunes en Burkina Fasso, donde preparaban un reportaje sobre la caza ilegal de especies protegidas en una zona peligrosa por los furtivos y la presencia de milicias de Al Qaeda. Con ellos homenajeo el valor de los que arriesgan su vida para informarnos con independencia. Según la UNESCO, el año pasado fueron abatidos 59 periodistas por hacer su trabajo, 22 de ellos en Latinoamérica.

David empezó a trabajar como periodista en la sección de internacional de La Voz de Galicia, que dirigía Arantza Aróstegui, mi mujer. Estuvo comiendo varias veces en nuestra casa. Era una persona valiente y solidaria a la que no le gustaba estar sentado en la redacción del periódico, quería ir al lugar donde se producía la noticia. Asumió muchos riesgos para darnos su visión directa de lo que pasaba. Cuando consiguió que La Voz lo enviara a la guerra de Irak, su primera misión en un conflicto, entró desde Turquía en la zona kurda irakí subido a los bajos de un camión y cubrió el conflicto con los peshmergas. Luego su carrera no paró de llenarse de hitos importantes.

Hace diez días, Reporteros sin Fronteras (RFR) presentaba su informe anual, con la clasificación mundial de países que elabora, tomando en cuenta la protección a la libertad de prensa (mapa al final). A juicio de las dos organizaciones citadas, el 2020 ha sido muy complicado para los informadores por las restricciones a la movilidad debidas a la pandemia. En muchos casos, esta ha servido también de disculpa para restringir su trabajo.

Un problema añadido es la creciente desconfianza de una parte importante de la población hacia la información periodística, según el barómetro Edelman Trust 2021. El populismo y  el autoritarismo, tendencias que operan en paralelo y están en alza, van calando poco a poco en muchos lugares y sus promotores se afanan en aumentar el control sobre lo que la gente puede llegar a saber. Tienen miedo al trabajo de los periodistas y a la pluralidad de fuentes de información, por eso hay que defenderlas: son el único antídoto contra la manipulación del pensamiento colectivo. Nunca se puede agradecer bastante el trabajo y los riesgos que asumen los reporteros vocacionales, como el navarro David Beriain

Como es explica con detalle en mi ensayo, que dedica uno de sus cinco capítulos al tema, la libertad de expresión es la madre de todas las libertades, por eso es la más atacada por los que quieren acabar con los sistemas democráticos que conocemos. Lo hacen por todos los medios: inundando las redes con noticias falsas, pagando favores, imponiendo censuras, encarcelando y matando.

En el mapa, Burkina Fasso (al sur de Mali) figura en el grupo de países mejor clasificados de África (situación más bien buena), con un nivel amarillo similar al que RSF otorga a España. Imaginaros cómo viven los reporteros de calle, casi siempre mal pagados, en los que figuran en rojo o en negro.

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1 comentario

  1. Acontecimientos tan desgraciados e incalificables como el que se trata producen siempre una gran desazón, cuanto más cuando se dan las circunstancias de relación personal comentadas. Es por ello que me hago idea de la tristeza que la noticia produjo en la familia Sáez-Arostegui, con quienes me solidarizo. También con el dolor de los familiares y amigos de ambos periodistas.
    Por lo demás, nada que objetar a los criterios que defiende Enrique Sáez, con los que es difícil, en este caso, no estar de acuerdo.
    Lo que si me ha sorprendido es la calificación que se otorga a Burkina Fasso, no solo similar al de España si no también al de varios de los más relevantes estados europeos.

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