La mayor plaza de toros del mundo, la Monumental de Ciudad de Méjico, ha sido cerrada hace unos días por decisión de un juez, hasta que se pronuncien los tribunales del país sobre una demanda interpuesta por la Asociación Justicia Justa en base al derecho a un medio ambiente sano, que reconoce el artículo 4 de la Constitución mejicana. Entre otras cosas, el juez alega: “La sociedad se encuentra interesada en que se respete la integridad física y emocional de todos los animales porque son seres vivos que conforman el ecosistema y, por consiguiente, contribuyen con servicios medioambientales que son esenciales para el ser humano”. La decisión final puede tardar meses.

En ambientes taurinos hay preocupación, la sociedad mejicana ha abierto un debate que puede llevar a que se prohíban las corridas de toros, una actividad considerada de interés cultural en nueve estados de aquel país. Seguirían así la senda de muchos países de esa parte del mundo que la han ido abandonando. Todos constatan que la juventud de Méjico está dando la espalda a esta vieja tradición, lo que augura poco futuro allí a la tauromaquia .

Nuestra prensa nacional le dio importancia a una noticia que pronto pasó al olvido, enterrada por la información sobre las elecciones de Andalucía. Lugar adecuado para debatir un asunto que, si no me equivoco, ninguna organización política relevante tocó en campaña. En seguida han aparecido artículos para tranquilizar a los aficionados españoles, dejando claro que la protección legal de las corridas en España es sólida, que aquí no cabe una medida judicial como la que se ha producido en el principal país de habla española.

Tenemos legislación moderna que protege a los animales del maltrato, pero también está vigente, entre otras, la ley 18/2013 de la tauromaquia como patrimonio cultural, en cuyo preámbulo reza: “la tauromaquia forma parte del patrimonio histórico y cultural común de todos los españoles”. Lo que ha servido para que, por ejemplo, la comunidad de Madrid proteja esta actividad con firmeza. La presidenta de la comunidad y el alcalde de la capital firmaron hace dos años, en Las Ventas, un protocolo para promocionarla. También ha permitido al Tribunal Constitucional negar a Cataluña la capacidad de prohibir las corridas.

Reman contra viento y marea, la sociedad está cambiando deprisa en el tema de la salud animal. Es mejor que busquen otros elementos de cultura común. Los gallegos nos sentimos más próximos de los desfiles de gaitas irlandeses o escoceses que de las seguidillas y los fandangos, por no hablar de las corridas de toros. Pero tenemos un Estado cuya Compañía Nacional de Danza se basa en el arte flamenco, que, a pesar de su enorme riqueza, no representa a toda la nación. Quizá las gaitas sean un elemento a considerar para definirnos de forma más moderna y diversa, más acorde con la realidad plurinacional que abarca el Estado, mal que les pese a muchos. Gracias en parte a las asociaciones de emigrantes gallegos, la música celta es popular en Argentina, el primer Estado de Hispanoamérica en prohibir las corridas de toros, ya en 1899.

Aquí las vacas son casi tan sagradas como en la India, lo que ayuda a explicar que Galicia sea una de las diez principales regiones productoras de leche de la UE. Lo reflejó Castelao en ese dibujo de hace 90 años, un paisano contempla el anuncio de una corrida mientras piensa «Que lástima de bueyes»

Producción de leche de granja en miles de toneladas anuales, regiones europeas:

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2 comentarios

  1. Los poderes económico-políticos, político-económicos centrados alrededor del estado se defienden mutuamente e independientemente de la evolución de la sociedad.
    Esto costará mucho cambiarlo, son realidades que vienen y perduran de nuestros años de dictadura.

    1. Pues sí, pero la elasticidad de la sociedad para tolerarlo no es infinita. Sobre todo porque esa sociedad, pretendidamente uniforme, no lo es tanto y aparecen fisuras que crecen

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