El lío político que vive Cataluña amenaza con volverse crónico por la influencia que mantienen dirigentes aficionados a echarse al monte de las grandes proclamaciones, todo el rato con la autodeterminación y el referéndum. Están gobernando otra vez y, a pesar de que ahora preside la Generalitat el partido menos histriónico, Pere Aragonés ha aprovechado su toma de posesión como President para contentar a sus socios de Junts y reiterar aspiraciones a la independencia, en línea con sus antecesores recientes. Es una pena, porque están pagando sus proclamas con erosión económica significativa.

Lo que llamo Madrid abarca la estructura central del Estado, que tiene muchas competencias y experiencia, y soporte en gran parte del resto de España, especialmente en el centro-sur. Se sabe que los altos funcionarios son mayoritariamente de tradición jacobina y toleran mal los ataques a la santa unidad, que sienten como agresiones a sus prerrogativas.

Los más altos tribunales están afectados por esa visión tradicional de la función pública y, dado el enfrentamiento permanente que sufrimos, actúan con frecuencia como una tercera cámara para dirimir conflictos. A ellos recurren los partidos conservadores, muy “nacionalistas madrileños”. Van consiguiendo mantener mayorías de su línea en el poder judicial, que se niegan a renovar ahora porque tendrían que pactar los nombramientos.

Así están las cosas, los tribunales tienen sus competencias y, por coherencia, están en “sostenella y no enmendalla”. Los políticos catalanes apelan a tener detrás los votos de los ciudadanos para saltarse el marco constitucional, que aquí no es tan flexible como el Reino Unido, más proclive a mandar a las urnas las tensiones difíciles, a veces con resultados tan negativos como el Brexit. En Barcelona ERC depende de Junts y en Madrid Sánchez depende de ambos, por lo que la línea política intenta dar algo a cambio de esos apoyos  y la amnistía está en sus competencias. Hasta ahí pueden llegar dentro de la legalidad, aunque se les eche encima la derecha, envalentonada por la reciente victoria en las elecciones de la comunidad cuya influencia defiende. 

Lo que está ocurriendo y agravándose conecta con las tensiones que registra el modelo de estado nación en todas partes, en tiempos en que debería evolucionar hacia formas más flexibles y adaptables a la diversidad, como analizo en mi ensayo. Las tiranteces producen brotes de populismo que son refrendados por las urnas en un creciente porcentaje de países. Un mal síntoma de lo que ese proceso provoca es el aumento sostenido del gasto militar en el mundo.

El enfrentamiento político español tiene características propias, como pasa en todos lados. Aquí, además del sustrato cultural católico poco dado a pactar temas considerados como herejías, está una diversidad de base, más próxima  a la del Reino Unido que a la de Francia, que la visión simple de la patria tiene problemas para digerir, y una pelea de ciudades que lo encona aún más. Visto en el marco del Madrid- Barça de nuestra política, la gran ciudad jacobina, París no se estresa tanto como nuestra capital porque no tiene otra ciudad que compita con ella dentro del “hexágono”.

Por cierto, debemos recordar que gran parte del problema con Cataluña se arrastra desde que el PP llevó al Constitucional el Estatut de 2006, aprobado en referéndum en Cataluña y refrendado por el parlamento español, que en Londres probablemente considerarían avales democráticos suficientes. Como era de esperar, el Constitucional, por mayoría no por unanimidad, recortó todo lo que no gustaba a la línea más nacional española. Tenemos lío para rato.         

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1 comentario

  1. No se puede afirmar “hasta aquí pueden llegar dentro de la legalidad aunque se les eche encima la derecha” pasando por encima lo expresa y claramente han manifestado el Tribunal Supremo, la Fiscalía, los “altos funcionarios” e incluso significados dirigentes del PSOE, tanto ejercientes como históricos, todos cuales se tratan poco menos como intolerantes trasnochados o indocumentados (malos, malísimos) que no saben o no quieren saber/entender las razones y legítimos intereses de los independentistas condenados por sedición, que pretender ser amnistiados para volver a delinquir. Eso si, con el altruista, desinteresado y mayor y mejor criterio del Gobierno de la Nación, que cuenta con las bendiciones de ZP, referente de conocido y reconocido “prestigio” y de otros que tal bailan. Ya puestos, no podía faltar una alusión al “sustrato cultural católico” que se alinea con los malos, malísimos, que no acaban de entender las bondades del tema en cuestión.
    Si, tendremos lío para rato, mientras se mantenga (esperemos que no por demasiado tiempo) la kafkiana situación en que nos hemos instalado.

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