El día 3 se celebró en la capital un acto de homenaje a la Constitución, organizado por la Comunidad de Madrid en su sede, la Real Casa de Correos, en la Puerta de Sol, el kilómetro cero, el centro oficial de España. Díaz Ayuso presidió el programa que excluyó al Delegado de Gobierno, que había intervenido en ocasión similar el año anterior. Lo castiga por ser del PSOE, considera que este partido quiere cambiar la Constitución al llevar demasiado lejos la capacidad de autogobierno de Cataluña, como consecuencia de los pactos con partidos nacionalistas que necesita Pedro Sánchez para seguir presidiendo el Gobierno.
La idea uniformista de España, viejo mantra de los centralistas, presidió los discursos y declaraciones de los participantes. Confunden uniformidad con igualdad, lo he dicho en otras ocasiones. Dicen que todos somos iguales ante la ley, constatación que se limita a los derechos fundamentales de las personas, no a la forma en que nos organizamos. La propia ley normaliza diferencias para adaptarse mejor a las que se dan entre personas (edad, género, salud…) o entre territorios (comunidades forales o comunes, áreas urbanas o rurales…). La propia Constitución, vértice superior de la pirámide legal diferencia regiones de nacionalidades históricas y sacraliza el régimen fiscal vasco-navarro. Si quisiéramos evitar esos excesos constitucionales, para ser todos iguales, quizá deberíamos generalizar el concierto económico, manteniendo un fondo común para auxiliar a las CCAA menos capaces de dar servicios públicos básicos. Sería una federalización racional del Estado.
La igualdad que propugnan los uniformistas no funciona en democracia. Es la razón por la que los que se cierran en posturas simples para combatir la adaptación del marco legal a diferencias objetivas, se van acercando a soluciones fascistas, aquí y, como estamos viendo, en otros lugares. Por eso defienden los aspectos más franquistas de una constitución elaborada en tiempos de “libertad vigilada”. Fue producto de una negociación entre herederos del régimen anterior, por una banda, y una oposición que salía de la clandestinidad con bastante peso de ideas del socialismo tradicional, muy orientado a la unidad dirigida por vanguardias revolucionarias. Se le nota al Presidente socialista de Castilla la Mancha, la que rodea Madrid, o al relevante ex alcalde gallego y ex socialista que tuvo protagonismo en el acto del día 3.
Nuestra capital es cada día más grande y poderosa, y se está reforzando con lo mejor de las derechas adineradas de Hispanoamérica. Sus medios de comunicación, instituciones y grandes cuerpos funcionariales tienen mucha influencia. Me temo que las tensiones irán a más porque no quieren cambiar nada que pueda afectar a su poder. La España democrática tiende a ser mucho menos centralizada. No deberíamos sacralizar la Constitución. Hay cosas que quizá habría que cambiar, como las provincias (entrada del 15/N), que son incompatibles con las CCAA si se quiere racionalizar el funcionamiento del Estado, o incluso la monarquía, que ejerce la jefatura del Estado y de las Fuerzas Armadas, pero tiene a su emérito acusado de delincuente y, a pesar de ello, consigue que siga siendo secreta la documentación en torno al intento de golpe del 23/02/81.
Gracias por este lúcido texto, claro y bien fundamentado.