Los primeros serán, como es lógico, los malos (SB5) que tienen bastante influencia y que verán que su castillo amenaza ruina. Moverán influencias políticas y mediáticas. Para ello, contarán con apoyos de los servicios secretos de autócratas a los que asusta el triunfo de Europa como gran potencia basada en la colaboración, la democracia y la protección social.

Me preocupan especialmente los malos que trabajan dentro del sistema político y la Administración y reciben fondos ocultos para gastos personales o del partido, que viene siendo lo mismo. Hay muchos más de lo que se piensa. En España, los medios están llenos de noticias de ellos. Los corruptos institucionales, que tienen mucho poder, combatirán la supresión del efectivo con la misma fuerza que los grandes capos criminales o las redes de economía informal. Porque, a estos efectos, están en la misma tribu que ellos y que los terroristas. Sólo respiran cómodos en la oscuridad del papel moneda. Usarán cualquier argumento para frenar su desaparición o harán como que no existe esta gran oportunidad de mejora o dirán que hay cosas más urgentes y retrasarán el asunto indefinidamente. Los políticos y grandes burócratas son expertos en marear la perdiz con lo que no les interesa que vaya adelante.

Abundarán los informes, apoyados de forma más o menos abierta por todos esos interesados, en que se defenderá la subsistencia de sistemas de otros tiempos, alegando temores con alguna base razonable. En entradas anteriores he contestado a los más citados: preocupación por la privacidad o por la adaptación de grupos marginados.

Hay un espacio intelectual que ve la evolución natural a una sociedad sin papel moneda como una maniobra de grandes organizaciones financieras y/o Estados que desean controlar mejor a los ciudadanos. Es importante en este punto lo que se dijo en entradas previas (SB7 y SB8) para fomentar la diversidad y competencia entre proveedores de servicios de pago.

Las objeciones de buena fe pueden ser solucionadas, aunque siempre existen riesgos cuando se producen cambios importantes. El mayor sigue siendo no obtener todas las ventajas que la tecnología nos ofrece para mejorar como vivimos. Los que practiquen una oposición biempensante no deberían olvidar a qué tipo de especímenes humanos defienden, de los que, aunque no sean conscientes, recibirán apoyo entusiasta. Y, por favor, debatan sobre problemas y soluciones, no caigan en la tendencia a centrar las discrepancias en cuestiones de principios, cómodo refugio de inmovilistas y sus aliados.

Luego está la gran masa de los que se dejan llevar por usos y costumbres establecidos y se asustan de cualquier cambio. Supongo que en ellos pensaba Bernard Shaw cuando acuñó la frase que reproduzco en la cabecera de esta entrada. Algo similar está detrás de lo que escribía Concepción Arenal, hace siglo y medio (“La mujer del porvenir”), en defensa de la educación de las mujeres en iguales condiciones que los hombres. Así describe a algunos de los que se oponían a ello:” … los que … llaman bueno al camino trillado, sueño a todo lo que no se ha realizado, peligro a cualquier innovación, trastorno al movimiento…”.

La educación de las mujeres es un gigantesco avance para la Humanidad como preveía nuestra gran pensadora, de cuyo nacimiento acabamos de celebrar el bicentenario. Lo mismo ocurrirá cuando aceptemos las enormes posibilidades de mejora que ofrecen los modernos sistemas de pago. Si las aplicamos con los criterios y precauciones expuestos en estos 12 artículos, los europeos disfrutaremos de una sociedad más justa, segura y rica.

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2 comentarios

  1. Los grandes logros siempre han sido costosos, siempre ha habido que remover incontables obstáculos temporales, materiales y mentales para alcanzarlos. En su momento el «dinero», evolucionando en sus distintas formas hasta nuestros días, sucedió al trueque, pero no lo hizo de una forma súbita sino progresiva, hasta ser general y universalmente aceptado. Luego vinieron las anotaciones en cuenta, cartas de crédito, ordenes de pago, etc. etc. Tras rudimentarios «experimentos» previos en EE.UU., fue a mediados del siglo pasado cuanto las tarjetas de crédito/débito comenzaron una selectiva expansión que se fue extendiendo hasta que su uso (abuso en algunos casos, pero eso es otra cuestión) se generalizó hasta el punto de que a día de hoy y desde hace ya años la rareza consiste en que alguien carezca de uno o varios de esos «plásticos». El mundo no se detiene…
    No hay duda de que la pormenorizada propuesta que hace Enrique Sáez, fruto no de una «ocurrencia» sino de una larga reflexión al respecto y de notable experiencia en el ejercicio de sus distintas responsabilidades profesionales e intelectuales, es de gran interés y será, más pronto que tarde, asumida en gran medida, con las transcendentes consecuencias de todo tipo a que hace mención en el trabajo que nos ha ofrecido y que no tiene desperdicio.

    1. Lo repito mucho: es la primera vez desde que se inventó el dinero (es muy anterior a la escritura) que podemos hacerlo auditable. No aprovecharlo es una tontería.

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