El gobernador de esta institución ofició el lunes, una vez más, su papel ante la Comisión de Asuntos Económicos del Congreso. Me sorprende el boato y la cobertura mediática que aún tiene un organismo que no se enteró hace doce años de lo que pasaba con las cajas de ahorros y algunos bancos, que es para lo que sirve ahora: supervisar el sistema financiero. Como consecuencia de ello ha perdido algo de credibilidad, pero el Sr. Hernández de Cos tuvo ocasión de abordar asuntos importantes, aunque olvidándose de mirar también para su casa.

  1. ¿Para qué queremos un banco emisor si no emitimos moneda? Algo a lo que hago referencia en el libro (pg. 40) al analizar posibles ahorros de gasto público en los países que comparten el euro. En su día se creó para eso, para emitir moneda, y ya no lo hace. La “sucursal de Alcalá del BCE”, como me gusta llamarle, sigue ampliando plantilla (tiene más de 3.000 empleados) y su coste por persona ronda los 85.000 euros al año, no hay nada parecido en el sector privado (entrada 23/01).  Pero su gobernador se permite analizar lo que pasa y recomendar al parlamento recortes en el gasto público, algo que va a ser inevitable, como si su Banco estuviera al margen de la voluntad de los ciudadanos o de las funciones que, en teoría, cumple. Es un ejemplo de la resistencia de los organismos públicos a desaparecer, como el muy comentado aquí de las provincias. Los aparatos burocráticos nunca se recortan (entrada 15/01), los que mandan tienen demasiados amiguetes en todas partes y prefieren subir impuestos. Quizá la UE nos obligue a ser un poco más serios, a cambio de la enorme cantidad de dinero que nos va a dejar.
  2. ¿Por qué emitimos antiguallas como los billetes si hay alternativas mucho mejores? Eliminar el efectivo, mediante un proceso programado, es la mejor oportunidad que existe para vivir en una sociedad más justa y segura, aumentar la recaudación drásticamente, reducir los costes del Estado y así tener recursos para reforzar servicios sociales y apoyar a sectores con problemas. Es un tema al que le he dedicado varias entradas los dos meses pasados. Deberíamos aprovechar que casi todo el mundo paga ahora con sistemas modernos por miedo al contagio del virus.

Al Sr. Gobernador le gusta oficiar de gurú de la economía y las grandes finanzas, pero evita valorar lo innecesario de su tarea. Predicar con el ejemplo no está entre sus prioridades. Por supuesto, siempre necesitaremos un organismo que supervise las entidades financieras. Pero nos llega con una pequeña parte de lo que hay y sería mejor que lo dirigiese alguien desde Frankfurt para reducir la confraternidad que va surgiendo entre supervisor y supervisados.  

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