A muchas les gustaría rendir ese homenaje a la bandera que refleja la foto. En la matanza del día 15 pasado en Búffalo (Nueva York) 11 de los 13 tiroteados eran afroamericanos. Personas de esa raza son las principales víctimas de las armas de fuego manejadas por supremacistas blancos y policías adictos a desenfundar el revólver contra cualquiera que les parezca sospechoso, casi siempre de piel oscura. Al joven blanco que cometió la atrocidad le vendieron un fusil de asalto y un sofisticado equipo de protección, a pesar de tener antecedentes de muy alta peligrosidad.

El populismo de los EEUU defiende a ultranza la venta de armas de fuego. Es el ejemplo elegido en mi ensayo para destacar las dificultades que tienen para evolucionar a mejor las naciones apegadas a tradiciones antiguas, que, en este caso, son de tiempos de la conquista del oeste, cuando redactaron la primera constitución democrática moderna. 

Más de 30.000 ciudadanos de aquel país mueren cada año a tiro limpio, con un porcentaje muy alto de negros, porque los que mandan se niegan a cambiar la política de comercialización de armamento, al servicio de los intereses de un sector económico pujante y de los “ideales” de una clase social rica y de piel clara. Para eso está la patriota Asociación Nacional del Rifle, para evitar que se tomen medidas que acaben con tanto dolor. Ellos son responsables de decenas de miles de muertos innecesarios y, no obstante, se sienten profundamente religiosos.

La misma moral religiosa, la que desprecia la vida de afroamericanos y pobres, es la que combate el derecho al aborto para defender, dicen, el derecho a la vida.  Ahora están a punto de lograr una sentencia del tribunal supremo, que conoceremos en unas semanas y que dejará sin contenido otra del 73 (Roe vs Wade) que convirtió en derecho la interrupción voluntaria de un embarazo hasta las 23 semanas de gestación.

Las mujeres blancas, ricas y religiosas, seguirán abortando, aunque se vean obligadas a desplazarse muchos kilómetros y pagar la elevada factura de una clínica privada. Las mujeres de pocos ingresos, con alto porcentaje de pieles morenas, tendrán que arriesgarse a interrumpir su embarazo de forma clandestina, muchas morirán o sufrirán problemas de salud permanentes. Otra masacre en defensa de la vida.

Es el desolador panorama que trae el ascenso del populismo religioso y nacionalista. Sólo sabe ir hacia atrás, los cambios son para retroceder y poner en riesgo la vida de la gente con pocos recursos. Es una tendencia mundial que corroe también a la más poderosa democracia del planeta.  Y debemos prepararnos para lo peor, porque la línea Trump está arrasando en las primarias republicanas para las elecciones legislativas de noviembre. No debemos olvidar que esta gente adquiere cada vez más peso en un Estado que es el soporte principal de la OTAN, el sistema de defensa que protege a Europa. Un tema que debe hacernos pensar y sobre el que volveré pronto.

El mapa que figura a continuación, tomado de The Economist, refleja la distancia en millas que tendrán que recorrer, según donde vivan, las mujeres que quieran realizar un aborto legal, si se revoca Roe vs Wade y los Estados ultraconservadores pueden legislar contra la interrupción del embarazo. Observen que la peor situación (la más oscura) se da lejos de los océanos y cerca del petróleo, circunstancias, junto a la fe y el racismo, que fomentan la intolerancia, la violencia y el retroceso democrático, especialmente de las mujeres.

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