El nuevo presidente de los EEUU inaugura una etapa convulsa para los que habitamos la Tierra. Nunca se ha acumulado tanto poder en una persona, disfrutará de altas dosis de los grandes concentradores de esa droga política (aparato, dinero, palabra), objeto de los tres primeros capítulos de mi ensayo. 

Los EEUU son la primera potencia mundial, con diferencia, se mida como se mida (PIB, gasto público, fuerzas armadas). Esa enorme máquina caerá en manos de un individuo muy nacionalista, con limitados anhelos democráticos como se vio en su intento de frenar la llegada de Biden hace cuatro años. No se parará ante nada, usará la política comercial para proteger a sus sectores económicos estratégicos, apoyará el sionismo más radical y se aliará con la creciente nómina de autócratas. No le importará que éstos aplasten a los diferentes o invadan a sus vecinos, los entiende porque le apetece hacer lo mismo. Es la exaltación del Estado nación tradicional. Zelensky ha pedido su ayuda para negociar con Putin un acuerdo sobre Ucrania. La UE no le sirve, lo ha dicho. Supongo que piensa que las cosas serias se negocian entre Estados, entre naciones, el invento europeo para superar sus limitaciones no le debe parecer eficaz. 

El dinero está detrás del niño gordo, rico y mal criado que ha conseguido el mayor juguete que cabe imaginar. Su política económica interior se basará en menos impuestos a los ricos y menos servicios a los pobres. El Dow Jones ha recibido con alegría su llegada. Habrá más desigualdad. Encima su patrimonio viene del sector inmobiliario y cuando ve la enorme extensión de Groenlandia (foto) le entran mareos como a aquel promotor de la gran película “La escopeta nacional” cuando contemplaba la Casa de Campo de Madrid. ¡Toda esa extensión americana en manos de un pequeñito país europeo!, no puede ser, hay que comprarla o invadirla si se resisten. La conclusión debe haberla alcanzado en las reuniones de millonarios que celebra en su gran finca de Mar-a-Lago. La sucursal para ricos de su Casa Blanca está en Florida, península adquirida por los EEUU a una débil España en retirada (Tratado de Adams-Onis, 1819) por 5 millones de dólares que nunca pagaron. Quizá deberíamos reclamárselos, con intereses. A lo mejor hay suerte, les interesará borrar sus registros como morosos ahora que salen otra vez de compras.

Entre los apoyos decididos de Trump está Elon Musk, empresario de gran éxito, el hombre más rico del mundo que adquirió Twitter, ahora X, para difundir sus ideas de perfil fascista. También Marc Zuckerberg dueño de las redes sociales más potentes, que tiene su propia categoría (Zuc-ker-Berg) en este blog, dedicada a pedir medidas de defensa de la competencia contra la excesiva concentración del mercado de la comunicación digital. El nuevo presidente cuenta también con el poder de la palabra, sus dos amigos ya han decidido eliminar de sus redes los programas verificadores de datos, que sea lo que Dios quiera. Precisamente, los que se decían delegados de Dios en la tierra eran los que antes dominaban la palabra, ahora han perdido peso en sociedades más laicas en general, pero en los EEUU el ascenso de Donald Trump está siendo acompañado por un aumento de cristianos de línea dura, especialmente en lo que toca a las mujeres o los colectivos LGTBI. 

Tuve la tentación de titular esta entrada como “Donald cojo”, porque Trump tiene nombre de pato famoso. La referencia viene de la expresión inglesa lame duck, aplicada a los presidentes que ya no pueden volver a presentarse por la limitación de mandatos. Son más capaces de aplicar sus políticas más arriesgadas cuando se les agota el tiempo. A Trump esta situación puede hacerle aún más peligroso. Tiene cuatro años para realizar lo que dice, conforme pase el tiempo se volverá más agresivo. Los EEUU son una democracia con diversos sistemas de control y equilibrio de poder que no le permitirán saltarse procedimientos que le exijan tiempo. Su edad le frenará las tentaciones de intentar cambiar los límites constitucionales para seguir otros cuatro años, como han hecho presidentes de su perfil como Putin o Erdogan, aunque nunca se sabe. Seguiré analizando lo que hace, mientras intenta dominar el mundo con políticas del peor pasado.  

 El sesgo de su gobierno, en línea con otros presidentes republicanos, se ve en el gráfico siguiente tomado de The Economist, el porcentaje de mujeres baja respecto al de Biden, el de miembros de razas no blancas se desploma y el número de mil millonarios (5) en el ejecutivo es récord histórico.

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