Escribí sobre ello en Nochebuena y hoy es noticia en La Voz de Galicia, principal periódico de esta parte de la península y cuarto de España. La electrificación de la línea ferroviaria que conecta el eje atlántico portugués con el gallego vuelve a retrasarse según declaraciones del ministro luso de infraestructuras.

Los que leen este blog están mejor informados que los que sólo siguen la prensa, porque saben algo más que la noticia puntual de un aplazamiento de inversiones. Conocen las razones: el miedo de Lisboa a que la conexión con Galicia, convierta automáticamente a Oporto, el gran motor económico portugués, en el centro dominante de la fachada atlántica peninsular y deposite a la capital en el tranquilo sur turístico.

Los miedos de las capitales y la defensa de sus intereses están detrás de algunas  políticas de los gobiernos, que a veces parecen tener una visión del Estado excesivamente localista. Puede ser inconsciente, pero eso les lleva a confundir el interés general con el de la ciudad que los alberga.

Adelantarse a lo que pasa es una de las ventajas de dedicarse a analizar las corrientes de intereses que mueven los poderes establecidos. De eso va La Libertad en el Siglo XXI, donde se analiza y explica cómo se comportan los que tienen capacidad de decisión e influencia en un mundo que no para de complicarse. Aprovechen este tiempo de fiestas navideñas para leerlo y regalarlo.

Los celos que Lisboa siente por Oporto son sólo una anécdota a escala planetaria. Sin embargo, sirven de ejemplo de que el libro ayuda a entender cómo se toman decisiones que frenan el progreso. Medidas que, en el fondo, pretenden dificultar que las fronteras se diluyan como consecuencia de la sociedad global en que nos vamos integrando. No pueden evitarlo, pero causan daños innecesarios.

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