Los ayatolas están comprobando que las persas se resisten a que las obliguen a vestirse o comportarse de la forma que ellos determinan.  No hay que olvidar que, como explico en el capítulo de mi ensayo sobre la libertad de las mujeres, el principal papel social de las grandes religiones, dirigidas por hombres, es el de ser un instrumento de dominación de las mujeres.

Los niveles de formación de las féminas han ido aumentando, incluso en zonas del mundo donde el islam domina. Ahora también están más conectadas, saben lo que pasa en todas partes y cómo se valora lo que pelean por ser libres de vivir como decidan. En Irán protestan contra los excesos del régimen islamista, que ha matado y encarcelado a muchas de ellas y de los hombres que las apoyan. Creo que no podrán pararlas, referencias femeninas del país en el deporte, las artes o las redes las respaldan, se quitan el hiyab, se niegan a ir cubiertas o a tener que viajar con acompañante masculino obligatorio.

Su lucha es la de todos, la libertad de las mujeres es consecuencia de que en el mundo aún queda algo de democracia. Todos los que la buscan y la defienden están en el mismo bando. Pero también hay muchas mujeres fieles a ideologías de otros tiempos. Son producto de milenios de lavado de cerebro sobre sus funciones sociales, muy enfocadas a la maternidad cuando, en estos tiempos, empieza a haber demasiada gente sobre la Tierra.

El mundo además está muy interconectado, debemos hacer el esfuerzo de pensar, cada vez más, como humanos, de superar nacionalismos, especialmente los de base religiosa. Es imprescindible para convivir en un marco de mayor libertad y respeto a los derechos humanos. Los machos más radicales, los talibanes afganos, no quieren que las mujeres se eduquen para evitar que tengan ideas propias y en África todavía hay muchos lugares en que está extendida la ablación del clítoris para reprimir su deseo sexual; lugares donde se quiere detener la Historia en pasados lejanos. 

Hay una remota conexión entre estas barbaridades y la lucha contra el derecho al aborto, regulado en casi todos los países más evolucionados. En España, Vox se está quedando solo en esa lucha ahora que el PP intenta retirarse, aunque no sé si lo logrará, siempre ha sido sensible a la defensa de las posturas de la iglesia. Nuestros ayatolas, llamados obispos, están poniendo el grito en el cielo por esta conquista feminista. Incluso se ha producido un comunicado conjunto de los integrantes del “cluster” monoteísta (católicos, protestantes y musulmanes) contra la decisión del Constitucional de validar la ley del aborto de Zapatero. Deberían recordarles que la ley permite la interrupción del embarazo en las primeras semanas de gestación, pero no obliga a ello. Sus fieles pueden seguir haciendo lo que les parezca.

La regulación del derecho al aborto es un último escalón en el largo ascenso a la libertad de las mujeres, después de conseguir casarse con quien quieran o vivir sin casarse, disponer de autonomía económica, acceder a la educación y al trabajo sin límites, votar y expresarse libremente…. Por eso es también el mejor índice del nivel de democracia. En la línea de Vox hay muchos, como los republicanos que apoyan a Trump en los EEUU, muy influidos por las sectas protestantes más radicales, como ocurre en Brasil y otros lugares. Son también los que parecen dispuestos a tomar el poder saltándose el marco legal si hace falta.

El número de países en que se puede vivir con libertad es aún pequeño. Las iraníes dan ejemplo de resistencia a los intolerantes, una especie en alza en casi todas partes y siempre obsesionada con someter a las mujeres. Hay que respaldarlas, la pelea por la libertad seguirá hasta que todas la logren.

Los que quieran conocer el papel, muchas veces oculto, de las mujeres en las sociedades contemporáneas pueden estar interesados en asistir a la presentación de la biografía de Juana de Vega, un claro ejemplo, el día 22 en Santiago.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *