La tensa situación internacional externaliza enfrentamientos de algunos Estados que no están satisfechos con sus fronteras y buscan ampliarlas, lo que utilizan dirigentes de perfil autoritario para reafirmarse en el poder. Países que dedican parte importante del presupuesto a armarse y dotarse de tecnología de vanguardia para matar a los diferentes o disuadir (caso del armamento nuclear) a otros que pudieran molestarles en sus pretensiones expansionistas. Es el caso de la agresión rusa para anexionar más territorio de Ucrania o de Israel, que aprovecha un cruel ataque terrorista de Hamás, hace un año, para invadir la franja de Gaza y, además de castigar al agresor, intentar poner límites a la forma en que puedan gobernarla los palestinos en el futuro. Las tensiones regionales le sirven también para reforzar la ocupación de Cisjordania apoyando a colonos religiosos radicales y racistas, y para saldar cuentas con Hezbolá en Líbano.

Nos preocupan situaciones que podrían provocar, incluso, enfrentamientos nucleares. Nos invade la información sobre las crueldades e implicaciones de guerras derivadas de decisiones de los años 40 tras el fin de la II Guerra Mundial (autonomía de Rusia para montar la URSS, creación del Estado de Israel en territorio palestino para compensar a los judíos de las barbaridades a las que les sometieron los nazis), que amenazan con desestabilizar regiones próximas.

Estas inquietudes para la paz mundial y las desgracias que causan en las zonas afectadas, nos hacen olvidar conflictos más primitivos en países, sobre todo africanos, donde la etapa que siguió a la descolonización europea de los años 50 no sirvió para crear Estados estables con fronteras claras y se consumen en enfrentamientos de grupos que se andan a tiros y causan estragos en la población civil: heridos, hambrunas, desplazamientos… Los conflictos “incivilizados” reciben menos atención, pero causan más muertos. Como ocurre en Sudán.

La guerra de Sudán es muy compleja, el país ya registró otra en este siglo, que remató con la independencia de Sudán del Sur (2011). Ahora, están en conflicto lo que queda del ejército regular (SAF) y una milicia llamada Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). Ambas derrocaron al Gobierno legítimo en el 2019 e implantaron una dictadura, pero luego se enfrentaron y abrieron la lucha actual en abril del pasado año. Las diferencias entre ambos grupos, que tienen sus tensiones internas, no son ideológicas o étnicas, están al servicio de señores de la guerra que buscan poder y enriquecimiento. La situación genera caos, se calcula que ha habido ya 150.000 muertos por acciones militares, pero lo peor es la hambruna que está produciéndose, agravada por inundaciones, sequías e incendios, que pueden causar más de 2 millones de muertos sólo este año. Gran parte de las zonas construidas han sido derruidas y Médicos sin Fronteras estima que un 80 % de los servicios de salud está dañados y no son operativos. 10 millones de personas han dejado sus hogares.

Esta guerra, difusa y cruenta, afecta a países colindantes (Egipto, Etiopia, Chad, Eritrea, Sudán del Sur y Libia), que tienen sus propios problemas y reciben gran parte de los refugiados. Como la vecina Libia, Sudán puede convertirse en un territorio sin Estado, fuente permanente de conflictos. Europa, que empieza a ver reforzada la llegada de inmigrantes ilegales por la mayor presencia de sudaneses, los EEUU o la ONU hacen poco para ayudar. Se necesitan toneladas de alimentos y reforzar la sanidad, especialmente en los campos de refugiados.

Otra medida, para que puedan avanzar negociaciones de paz hasta ahora fracasadas, es ejercer presión, incluso con sanciones, sobre países que ayudan a armarse a las dos partes en conflicto. Se trata principalmente de Rusia que apoya al SAF y Emiratos Árabes al RSF. Ambos buscan mayor influencia en una zona rica en materias primas y en el Mar Rojo, codiciada vía de acceso al Canal de Suez, vital para Asia y Europa, ya amenazada por ataques de los guerrilleros hutíes desde Yemen.  Imposible explicar en esta entrada todas las facetas de esta compleja guerra, que causa muchos más muertos y dolor que las de Ucrania y Gaza y también puede afectar a la estabilidad de una región estratégica que pueblan 280 millones de africanos. Lo traigo a coalición por solidaridad. Hay que ayudarles, son personas, no son de categoría inferior a nosotros, a los ucranios o a los palestinos. Están sufriendo mucho y muriendo. Las empresas armamentísticas suben en Bolsa, malas noticias para los seres humanos. 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *