Las protestas contra el racismo, a raíz del cruel asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía de Minneapolis, han llenado calles de medio mundo estas últimas semanas. El suceso fue tan sádico que ha dado pie a una ola antirracista, porque gran parte de la población que sufre la violencia institucionalizada en EEUU, pertenece a minorías discriminadas, especialmente la de origen africano.

Un objetivo básico de este blog y del libro que lo orienta es tratar de conectar problemas sociales con excesos de poder. En último término, se trata de analizar las raíces de lo que pasa, hasta alcanzar las palancas de influencia que están detrás de los abusos. Las protestas, reacción natural ante hechos de salvaje violencia, tienden a acarrear altercados que, pasadas unas semanas de indignación, se pueden traducir en reacciones conservadoras y aumento de la represión.

Es comprensible la indignación de mucha gente ante lo que se ha visto, pero habría que intentar canalizarla hacia objetivos eficaces que cambien, de verdad, la situación. Mi propuesta es simple: concentren las energías en una sola reivindicación, la de que se prohíba la venta libre de armas en los EEUU. Tendrían una sociedad menos violenta y más democrática, más capaz de proteger a sus minorías y poner medios para combatir la discriminación de cualquier tipo (racial, de género, de orientación sexual).

La combinación de ultraderecha religiosa -tea party- con los intereses del lobby armamentístico -complejo militar industrial y Asociación Nacional del Rifle (NRA)-  dominan al Partido Republicano y gran parte de la estructura de gobierno en la sombra. Su defensa de la venta libre de armamento cuenta con el apoyo de sentencias del Tribunal Supremo sobre la libertad de portar armas, estimuladas por lobbies muy eficaces que fomentan la interpretación sesgada de una  Constitución de los tiempos de la conquista del Oeste (las págs. 155-157 de mi libro analizan este problema). Ahí radican las bases de la cultura de violencia del país, que “justifica”, entre otras cosas, los casos de brutalidad policial. Los policías alegan que tienen que extremar los sistemas de autodefensa ante la posibilidad de que los sospechosos vayan armados.

Ni la prensa ni los que apoyan la lucha antirracista están hablando de ello, sólo del cabreo generalizado de muchos ciudadanos, de medidas a tomar sobre la policía o de acciones para fomentar la igualdad. Los fabricantes de armas y los grupos neonazis cargados de rifles automáticos esperan a que pase la pandemia de antirracismo, confinados en el porche de sus casas o tomando una cerveza en bares donde escuchan música country. No sienten en peligro las raíces de la violencia estructural que tanto les gusta y que cuesta a los EEUU más de 30.000 muertos al año, muchos de minorías raciales, sobre todo negros, pero también de otras, incluidos los influyentes judíos por el componente antisemita de las hordas supremacistas.

Debería ser el momento de unir las fuerzas de los grupos más amenazados y los que les apoyan. Si no eliminan la venta libre de armas y se empieza a requisar el enorme arsenal que tiene el país, el deterioro de la convivencia democrática en la primera potencia mundial irá a peor, por mucho que protestemos. Ese debate debería estar en el centro de la campaña por la Presidencia de este año. No soy optimista, los que pagan se encargarán de evitarlo.

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1 comentario

  1. Aunque me parece innecesario afirmarlo, vaya por delante mi absoluto rechazo a cualquier tipo de racismo y violencia en general. El del pasado, el del presente y el que, lamentablemente, pueda seguir dándose en el futuro.
    Es imprescindible en un mundo en el que disponemos de potentes medios de comunicación que, en no pocos casos se utilizan para influir decisivamente en la opinión pública, se convenga una acción permanente de información, concienciación y acción proactiva contra una lacra que degrada la condición humana. Dicho esto, no tengo nada claro que la prohibición de venta libre de armas en EEUU sea la solución.
    Si no somos capaces de generalizar el rechazo el racismo y hasta de conseguir que cultural y socialmente cualquier manifestación, por acción y/o omisión, favorable al mismo sea socialmente repudiable además de penalmente condenable ¿ Se van a evitar los efectos por la prohibición de venta de armas ?.
    Yo creo que no, pues solo combatiendo la causa, se pueden minimizar los efectos y para evitar estos las armas no son, ni mucho menos, imprescindibles.
    Es una pena, pués la solución sería fácil. La probilición de la venta de drogas no impiden su cosumo y dramáticos efectos y hasta no faltan voces autorizadas que proponen como mejor fórmula para combatirla su liberalización.

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