El próximo año se cumplen 250 de la publicación de La Riqueza de las Naciones. Buena ocasión para desacreditar al que predica la pobreza de las naciones
La UE coordina un plan para responder a los aranceles del nuevo presidente de la primera potencia económica mundial, tradicional aliada nuestra. Espero que en él se destaquen las acciones para controlar y reducir capacidades monopolísticas y consecuentes beneficios de las grandes empresas estadounidenses en internet y nuevas tecnologías (entrada del 15/2/25).
Pero es necesario también contrarrestar las alharacas de comunicación de un tipo como Trump, que monta un enorme show, rodeado de trabajadores, para informar, más bien presumir (no puede evitarlo), de sus medidas contra el comercio. Padece un síndrome de prepotencia irracional, endémico en lugares exclusivos como Mar-a-Lago, poblados de gente rica, mucha de la cual debe su riqueza, o gran parte, a herencias, ingeniería fiscal, prácticas monopolísticas, financiación a políticos agradecidos para conseguir pelotazos inmobiliarios o de otro tipo… A la casta de pijos de salón hay que explicarle que, en demasiadas ocasiones, no saben de qué hablan, que leen poco y que el dinero les nubla la vista y no les deja ver bien lo que pasa.
Tenemos una buena ocasión para librar la muy importante batalla de la comunicación, de decirle a la gente que lo que proclaman los poderosos, rodeados de triunfales liturgias, pueden ser tonterías que perjudican a todos. El próximo año se cumplen 250 años de la publicación de “La Riqueza de las Naciones” de Adam Smith. En plena Ilustración, aquel pensador escocés dio los primeros pasos de la ciencia económica y nos iluminó explicando que el libre comercio favorece la especialización productiva y el crecimiento económico general. Tenía razón y, además, la libertad de comercio favoreció la mayor integración de los pueblos y la aparición de sistemas políticos democráticos y respetuosos con los derechos fundamentales de todos, con mención especial de las mujeres que en el S XVIII estaban muy relegadas.
Propongo que la UE, cuyo primer paso fue crear un Mercado Común, dedique el próximo año a Adam Smith y programe actividades específicas sobre sus ideas y sus debates con los mercantilistas que querían proteger con aranceles la economía nacional o sectores concretos de ella . Reforzará nuestra base cultural para enfrentarnos a los nuevos mercantilistas que se denominan neoliberales, debe ser para despistar porque son los ultraconservadores de siempre. Las tareas a llevar a cabo no serían sólo para universidades y espacios de alta cultura, habría que acercarlas también a la enseñanza media, para que formen parte de la educación básica. Y se puede crear un importante premio anual para trabajos sobre el comercio.
Un gran acto público para poner en marcha la celebración, histórica pero muy conectada a lo que hoy nos agobia, se celebraría en Edimburgo o en Londres, el 9 de marzo, día de 1776 en que apareció La Riqueza de las Naciones en esta última ciudad. Contaría con la presencia de máximos dignatarios de numerosos países, asociaciones regionales de Estados y organismos internacionales relacionados con la economía. Y se firmarían nuevos convenios de liberalización del comercio , como los que ha acordado recientemente la UE con Merco Sur y tiene previsto hacerlo con otras áreas regionales y países grandes.
Trump nos abre una oportunidad para defender políticas que han traído progreso económico. Hay que ponerle en su sitio: el del atraso y la incultura. Este blog, como el ensayo en que se basa, no se limita a analizar procesos de acumulación de poder en las sociedades actuales, busca también opciones para desactivarlos, porque ponen en peligro derechos y libertades. En las tres entradas anteriores, sobre defensa europea, se propusieron medidas para afinarla y financiarla, conectadas con las capacidades de que disponemos. La próxima podría complicar más el tablero de juego que Trump cree que domina.