Como recoge mi ensayo, la Unión Europea es el primer intento de superar las limitaciones que tiene el modelo de estado nación en el mundo de hoy. Pero no es una alternativa a la ONU, donde caben todos los países. Necesita una frontera por el este, en las otras direcciones ya tiene mares que cumplen la función. Si avanza hacia oriente puede llegar a Japón y no lo digo porque éste no fuera un candidato aceptable para incorporarse, si no para enfatizar que es absurdo adentrar Europa en Asia.

El tema lo he tocado antes, al manifestar mi desacuerdo con la posible entrada de Turquía. Creo que la UE es un modelo regional a copiar por Estados con dificultades históricas de convivencia, que sufren por la proliferación de fronteras poco permeables. Zonas de Iberoamérica, África o Asia podrían avanzar en esa dirección, partiendo de países con estabilidad democrática, que, por desgracia, no abundan. Turquía sería idónea para liderar un proceso así entre naciones de Oriente Medio, si superan las peleas entre facciones religiosas y sátrapas varios, allí donde la descolonización dejó límites difusos y pueblos sin Estado, como el kurdo.

Europa debería ser activa en exportar su sistema de convivencia democrática, asesorando y dando ventajas comerciales a iniciativas serias que vayan en la misma dirección. Lo intenta ahora al conseguir cerrar un acuerdo comercial preferente con Mercosur para crear la mayor área internacional de libre comercio de la historia, aunque el acuerdo aún tendrá que pasar  por un largo proceso de aprobación, tema sobre el que escribiré más adelante. La política internacional estaría más equilibrada si el modelo UE se extendiera por otras partes del mundo.

El asunto vuelve a colación por lo que pasa en Georgia. Sueño Georgiano, al frente del país desde 2012, ganó las elecciones celebradas el 26 de octubre. En sus primeros años, era un partido favorable a la democracia y a incorporarse a la UE, que les nombró país candidato hace ahora un año. Pero se ha ido acercando a Rusia y ha congelado hasta el 2028 el proceso de acceso, porque Europa exigía medidas de regeneración democrática ante la deriva populista que arrastran. La decisión está siendo contestada en las calles con manifestaciones duramente reprimidas, pero apoyadas por la presidenta, Salomé Zurabishvili, una mujer europeísta como su homóloga de Moldavia (entrada del 20/11). Más mujeres enfrentándose a hombres a favor de las libertades. Saben lo que se juegan, por eso son tan relevantes para este blog.

Georgia es un país relativamente pequeño (3,7 millones de habitantes) que formó parte de la URRS y se sitúa al este del Mar Negro. Como se ve en el mapa que ilustra la entrada, tiene fronteras con Rusia, Turquía, Armenia y Azerbaiyán. Esa zona de Eurasia tendría que estar fuera de los límites máximos de la UE. En la medida que tenemos vínculos culturales con los georgianos y simpatizamos con sus aspiraciones democráticas debemos ayudarles todo lo que podamos en lo económico y lo político. Pero no hay que llevar Europa tan lejos porque las ampliaciones futuras no tendrían límites y perderíamos mucha cohesión interna, entrando además en áreas muy conflictivas.

La incorporación a la UE de Estados de esa zona es un peligro grave para la consistencia y la profundización del proyecto europeo, tan importante como referencia internacional para los pueblos del planeta. A los EEUU le gusta esa idea de meter Estados orientales en la Europa política porque disminuye la influencia de Rusia y, en menor medida, China, que busca extender contactos y ampliar comunicaciones terrestres hacia el Oeste (Belt & Road Iniciative). Los tres poderosos Estados tienen algo en común para aplaudir que entremos en esos líos: les gusta que la UE se debilite y deje de ser un ejemplo reproducible, que, de extenderse, reduciría su poder.

Nos está costando someter a reglas democráticas a miembros de la UE que proceden de la URSS, deberíamos reflexionar sobre su adhesión que quizá fue demasiado rápida. Es el caso de Hungría y, en cierta medida, Polonia. También de Rumanía, en elecciones presidenciales recientes logró el primer puesto un partido pro ruso, aunque luego fueron anuladas por el tribunal constitucional por la injerencias de Moscú en el proceso. En las legislativas posteriores, los ultras doblaron votos y quedaron segundos. Allí también hay cierta añoranza de la seguridad que ofrecía el régimen comunista, aunque fuera en un entorno de escasez y opresión, sobre todo entre personas de poca formación, fáciles de manipular por la propaganda rusa. Se trata de una muestra más del ascenso de tendencias neofascistas, que se observa por doquier. Razón adicional para defender el fortalecimiento de la UE y rechazar su expansión fuera del continente donde surgió.    

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