En medio de las noticias que nos acosan por todas partes, este blog quiere recordar la vida de una mujer inmersa en diversos horrores. La de Lisa Montgomery (Kansas, 1968) que ayer ocupaba algún espacio en la información de los periódicos, por ser la primera mujer ejecutada por un delito federal en EEUU desde 1953 y la cuarta en la historia del país. Su caso es un ejemplo de lo dura que es la vida y de lo complicado que es juzgar personas. Un poderoso argumento contra la pena de muerte, que, como la venta de armas, , es muestra del atraso que acumulan algunas normas de la democracia más poderosa.

Lisa fue violada reiteradamente de niña y adolescente por su padrastro y los amigos de éste, algunas veces en grupo. Tenía 14 años cuando su madre lo descubrió y la amenazó con matarla blandiendo una pistola. La situación le llevó al alcoholismo. Se casó con 18 años para huir de todo aquello. Contrajo matrimonio dos veces y tuvo cuatro hijos. Pero su cabeza no debía funcionar bien. Por ejemplo, a pesar de ligarse las trompas en el 90, estaba obsesionada con estar embarazada, cosa que afirmaba con frecuencia y también alegó para obtener la custodia de sus hijos, después de su segundo divorcio.

Sus manías y su deseo de probar que estaba embarazada para ridiculizar las bromas de su ex la llevaron, el día de nochebuena de 2004, a desplazarse desde su casa en un pueblo de Kansas a la de Bobbie Jo Stinnett, embarazada de ocho meses, que vivía cerca pero dentro de otro Estado (Missouri). La estranguló y después, con un cuchillo, le extrajo el bebé que quería hacer pasar como suyo. Por suerte, la niña sobrevivió y pasó a vivir con su padre.

Toda esta planificación permite suponer que tenía capacidad para razonar, aunque es casi imposible saber cómo eso se mezclaba con sus obsesiones y perturbaciones psíquicas. El crimen era federal por afectar a dos Estados diferentes, el jurado la encontró culpable y en el 2004 fue condenada a muerte. Expertos que la revisaron después en prisión concluyeron que tenía psicosis, trastornos bipolares y estrés postraumático. Su manía de estar embarazada puede ser síntoma de estos problemas. Eso permitió ir retrasando la ejecución.

Su pesadilla de vida terminó por inyección letal en una penitenciaría federal, en las primeras horas del pasado día 13. El Presidente Trump no quiso aplazar el acto hasta su relevo, como han hecho, durante el período de transición, sus predecesores. Así marca su línea política, ante un sucesor que no es partidario de la pena de muerte. El Tribunal Supremo, lleno de miembros nombrados por el mandatario saliente, tampoco encontró motivos para hacerlo, ante la petición de un juez federal que pedía revisar la capacidad mental de la condenada, y acordó el inmediato cumplimiento de la pena, con el voto en contra de los tres jueces no conservadores.

El fin de la tragedia de Lisa Montgomery es un símbolo más de la tragedia que ha sido la Presidencia de Donald Trump. Se va con las manos manchadas de sangre, después de alentar una invasión del Congreso que produjo 5 muertos y de recuperar, en el 2020, la aplicación de penas de muerte por delitos federales. Por primera vez en 130 años, el gobierno federal superó al de todos los estados sumados en número de ejecuciones, le ayudó   a ello que esta pena ha sido eliminada por muchos de ellos. Quedan sus partidarios cargados de armas y dispuestos a todo, se van a hacer muy largos estos pocos días.

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