Ferrovial como oportunidad

El traslado de la sede social a Holanda es consecuencia del éxito de Ferrovial. Se ha convertido en una multinacional para la que el mercado español ya no es tan importante. Un motivo de la decisión es que en Holanda pagará menos impuestos, pero también que hay mejores condiciones para acceder a los principales mercados de valores y más seguridad jurídica. Las empresas evolucionan, ésta trata de adquirir una posición global más ágil y  rentable. El mundo está lleno de multinacionales que hacen lo mismo, por eso este blog no se cansa de repetir (la última vez el pasado 17 de febrero) que es necesario armonizar el impuesto de sociedades para limitar el impacto de la competencia fiscal, negativa para los Estados e injusta para las pymes que compiten con grandes compañías que sacan provecho a ese gran agujero de la globalización. Implantar los acuerdos de la OCDE y el G20 en esa línea es uno de los objetivos declarados de la presidencia española de la UE, pronta a inaugurarse. Lo que va a hacer la constructora de los del Pino es un buen incentivo, aunque Holanda e Irlanda se resistan.

El salto de Ferrovial es consecuencia de la potencia del sector construcción en España, al que observo desde hace muchos años en mi interés por analizar líneas culturales y económicas que nos mueven y que tienden a estar bien conectadas. Somos el país del mundo donde los ingenieros de caminos tienen más relevancia. Razones históricas, apoyadas en la poca industrialización, llevaron a muchos de los jóvenes más capaces a estudiar una carrera muy difícil que daba acceso a puestos de trabajo bien retribuidos. Desde los años 70, empezaron a completar la formación con masters de prestigio en dirección de empresas para seguir aspirando a altos cometidos. Ese es el perfil académico del presidente de Ferrovial, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, hijo del gran impulsor de la firma, madrileño como él y doctor ingeniero de caminos, canales y puertos.

La importancia de las grandes compañías que crearon los muy competentes ingenieros de caminos dio al sector construcción un peso en nuestro PIB que supera en mucho al de otros países desarrollados. Al ser una actividad muy dependiente de las Administraciones -obra pública, urbanismo y licencias para construir- tiende a estar próxima al poder político. Tiene mucha influencia en CEOE y participa en la financiación de los partidos, no siempre por la vía legal, como estamos viendo en casos recientes de corrupción (carreteras de Cantabria, Mediador…) o antiguos que aún traen cola (Gurtel, Kitchen, emérito…).

El desproporcionado peso de este sector influye en muchos aspectos de nuestra estructura económica. Además de favorecer las compras de favores, es una actividad con tradición de pagar muy tarde a sus proveedores. Esta práctica, unida a la de la gran distribución, condena a muchas pymes a estar colgadas de la financiación del circulante, lo que limita su capacidad de invertir y crecer, y constituye la principal causa de que tengamos poco desarrollada la actividad industrial, como he señalado aquí en alguna ocasión (la última el 20/9).

El éxito de nuestras grandes constructoras las ha llevado a moverse por los 5 continentes, son auténticas multinacionales. Diversificar el mercado, sobre todo en países avanzados, les enseña a convivir con prácticas competitivas más sanas, a depender poco de los contactos, les contratan aunque son extranjeros, o de pagar muy tarde a los subcontratistas. Por eso veo en clave positiva la internacionalización de nuestras grandes constructoras. Tenderán a estar menos en contacto con malas prácticas, mientras denuncian algunos de nuestros problemas reales, como la poca seguridad jurídica, derivada de la afición a estar cambiando las leyes con frecuencia.

Es lo que recomiendo a nuestro Presidente. No entone el va de retro, sea práctico, aproveche la ocasión y oblígueles a cumplir con sus proveedores, aplicando la ley vigente y acelerando, desde la Presidencia de la UE, la directiva europea sobre morosidad en los pagos empresariales y la implantación de suelo al impuesto de sociedades. Eso no les gustará, pero es imprescindible para que España tenga mejor estructura productiva, investigue más y cuente con un potente tejido de medianas empresas. Tome nota también de que no se pueden pasar la legislatura tratando de regular por ley los mercados. Por muchas buenas intenciones que tenga su gobierno, eso genera mucha inseguridad jurídica y lleva a las empresas a emigrar. Encima, en la práctica, no son capaces de aplicar lo que legislan bien, como lo previsto en la ley Crea y Crece sobre el control de la morosidad de los contratistas públicos con sus proveedores.

Un sector construcción más orientado al exterior dependerá menos de los favores de amigos influyentes, si a eso sumamos una legislación más ordenada y con pocos recovecos tendremos menos corrupción, uno de nuestros más graves problemas. Está en sus manos que avancemos de verdad hacia una economía más industrial y menos tramposa. Aproveche la movida de Ferrovial, véala como una oportunidad para poner las cosas en su sitio por el bien de España, sea práctico y aguante el cabreo de nuestra capital que, obsesionada con absorber patrimonios de “provincias” mediante rebajas fiscales, no lleva bien que otros hagan lo mismo con sus empresas.