Los sistemas políticos respetuosos con la libertad son mejores que cualquier otro. Su principal superioridad radica en el plano moral. Permiten que todos ejerzan sus derechos, incluso sus enemigos, esos que reclaman libertad para llevar a cabo actividades que erosionan la democracia para arrastrarla hacia un sistema autoritario, que proteja sus deseos y sus intereses sin tener que escuchar lo que piensan los demás.

Un caso conocido es la libertad de portar armas, una perversión que defiende hasta la muerte, nunca mejor dicho, la derecha radical norteamericana o brasileña, dotadas de firmes convicciones religiosas. Lo acabamos de ver en Tejas, donde se acaba de cerrar un  período legislativo dominado por el ala dura del partido republicano, que contó con mayoría en las dos cámaras del Estado y un gobernador en esa línea. Entre su nueva legislación, además de otros temas como la más restrictiva legislación del aborto en el país, destaca la libertad de ir armado en público, a partir de los 21 años, sin necesidad de permiso, entrenamiento previo o supervisión del entorno en que vive la persona que va armada. En paralelo, preparan normas para dificultar el voto de las minorías raciales que no les gustan, no vaya a ser que lleguen a pensar que todos somos iguales.

Hay que vigilar a esos que proclaman perennemente su libertad para que, por ejemplo, las mujeres se tapen el pelo, lleven velo o burka o para poner en marcha leyes que recorten la libertad de expresión e intentar perpetuarse en el poder, como el ínclito Lukashenko en Bielorrusia, que hasta secuestra aviones para detener disidentes.

Algunos no tienen que disimular demasiado, como el PC chino. Hoy, unos abogados de Hong Kong intentan que el juez libere a sus clientes hasta que se celebre su juicio. Son 47 conocidos políticos de la oposición que están encarcelados y procesados por subversión, desde marzo, por ocurrírseles celebrar unas primarias para seleccionar a los que se presentarían a las elecciones para la cámara legislativa de un territorio que, hasta el año pasado, contaba con un razonable nivel de libertades democráticas. Las autoridades ni siquiera han documentado bien el caso, no lo necesitan, aplican sin miramientos la nueva ley de seguridad nacional impuesta por Pekín el año pasado.

En todos los países hay gente que intenta limitar la democracia, amparándose en el ejercicio de su libertad, de hacer lo que a ellos les da la gana. Es un tema central de mi ensayo, por eso debo recordar, de vez en cuando los ataques que la libertad sufre en todas partes. Siempre ha ocurrido, por eso es una conquista tan delicada.

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