Al presidente ruso todo le vale, reivindicar a un asesino como Stalin o apuntarse a la Iglesia Ortodoxa Rusa, para animar al pueblo a volver a tener un imperio, aunque no sea tan grande como fue la URSS, porque mucho de aquello ya está dentro de la Unión Europea. Su forma de ver el mundo sigue siendo la Guerra Fría. Al invadir Ucrania no sólo buscaba ampliar territorio, quería evitar que su vecino pudiera convertirse en una próspera democracia entregada a valores occidentales. Occidente siguen siendo su enemigo, por eso cuenta con el apoyo incondicional de China, Irán y Corea del Norte, con los que ha organizado esta semana en Kazan el foro de países emergentes (BRICS), cuya característica principal es estar dirigidos por líderes populistas con poco apego a las reglas democráticas.
Ucrania está perdiendo la guerra, poco a poco, con un lento avance de los rusos. El fuerte desgaste daña mucho a ambos contendientes, pero Ucrania tiene la quinta parte de la población de Rusia y menos reservas militares, depende de la ayuda de los países de la OTAN. Muchos de sus habitantes están agotados, tras dos años de combate y penurias, hay bastantes desertores y se avecina un invierno duro, con cortes de energía diarios de hasta 16 horas debido a la destrucción de gran parte de su red de suministro por ataques enemigos.
El marco político tampoco ayuda. En Europa crece el peso de partidos neofascistas que consideran que ayudar a Ucrania es malgastar recursos y sintonizan bien con el nuevo zar de Moscú. El próximo día 5 podemos encontrarnos con que Donald Trump vuelve a ser presidente de los EEUU. Es capaz de cualquier cosa, y algo de lo que dice lleva a pensar que desea venderle a Putin Ucrania o parte de ella. El sátrapa ruso olfatea la victoria y vuelca en favor de su amigo toda la capacidad de manipular las redes que sus servicios secretos han ido levantando.
Hay que continuar respaldando a Ucrania. Es importante animar a sus ciudadanos, recordándoles que defienden sus libertades democráticas y un futuro de prosperidad en Europa, que evitará la corrupción y nacionalismo la estrangulen, problemas de los que ya tiene experiencia. Necesitan misiles de largo alcance que permitan bombardear objetivos militares alejados en territorio ruso y sistemas de defensa antiaérea para proteger sus infraestructuras. También precisa reforzar su notable industria de defensa, con la entrada de firmas europeas y americanas, lo que ya está ocurriendo, aunque de forma lenta. En este momento, el sector sólo tiene pedidos por un tercio de su capacidad potencial. Es mucho más barato y eficaz producir armamento allí que enviarlo desde el exterior. Los drones fabricados por ellos están detrás del ataque que en setiembre destruyó un depósito de armas en el interior de Rusia.
Es preciso mantener la promesa de incorporar a Ucrania en el sistema de defensa continental, que debe crecer y consolidarse al margen de la OTAN. La existencia de esta organización, que incorpora nuevos miembros por el temor de los países nórdicos a la amenaza rusa, refuerza la postura de Putin. Surgió en la posguerra europea para frenar a la URSS y se ha convertido en un sistema de defensa contra Rusia, que alega que se siente amenazada. Además, la OTAN está en manos de los EEUU y, si gana Trump, puede olvidar las promesas dadas a Ucrania. La UE no debe depender de los norteamericanos para su defensa si quiere recuperar peso en la política mundial. Lo que sería bueno para todos al mostrar cómo organizaciones regionales ayudan a superar tensiones entre viejos estados nación, la principal preocupación de mi ensayo y el motivo último por lo que la odian autócratas y populistas de todo tipo.
Es importante desgastar la posición de Putin que sufre más bajas que el ejército ucranio y sigue teniendo que reclutar soldados. Estabilizar totalmente el frente y convencer al invasor de que le va a resultar muy costoso avanzar, como ya ocurre, es el mejor escenario para un alto el fuego y una negociación que respete el derecho de Ucrania a seguir reclamando la soberanía sobre los territorios perdidos. Putin no es eterno, el alza del populismo antidemocrático es lo que nos preocupa.