Tenemos un verano de altas temperaturas que favorece la proliferación de incendios forestales y anuncia tiempos duros para los pobladores de la Tierra. Pero la guerra desatada por Putin obliga a Europa a aparcar las medidas previstas para sostener el equilibrio ecológico. Lo comentábamos en la entrada anterior, donde se proponían acciones urgentes de reducción del consumo de energía, muchas de las cuales deben permanecer tras superarse la emergencia de Ucrania. Hoy toca pensar con perspectiva de largo plazo.

El futuro sostenible pasa por promover las energías renovables y la forma en que se generen, distribuyan y se fijen precios es muy relevante. Constituye una oportunidad histórica para mejorar el funcionamiento coordinado de las sociedades europeas. La producción de combustibles minerales ha establecido y sostenido regímenes políticos totalitarios en casi todos los principales países productores menos desarrollados. En los más ricos promueve el nacionalismo. El caso de Rusia es extremo, añora el imperio terrestre de la URSS, lo que la convierte en un vecino muy peligroso del que no debemos depender.

La producción y distribución de energía ha exigido fuertes inversiones y generado, en todas partes, grandes empresas con bastante capacidad monopolística, que en algunos casos permanecen en el sector público. El contenido de este blog y del ensayo que le dio origen aboga por reducir los grandes aparatos porque están detrás de la incapacidad de hacer evolucionar las sociedades contemporáneas. Introducen rigidez en el comportamiento humano y favorecen la vetocracia a la que me he referido en otras ocasiones. La forma en que organizamos sistemas colectivos en torno a servicios fundamentales condiciona la libertad, la capacidad de mejora y adaptación.

La producción de energías renovables es una gran ocasión para cambiar algunas reglas del mercado de la electricidad. Estamos viendo mucha especulación y presión de grandes empresas con los nuevos proyectos de esta índole. Es imprescindible mantener la cabeza fría, porque tenemos delante la oportunidad de diversificar los agentes que intervienen , a la vez que se incentiva la eficacia y la inversión. Debe favorecerse la diversidad de instalaciones de autoconsumo de empresas y familias, lo que exige un sistema colectivo de acceso a la red para colocar excedentes y tomar energía cuando la producción propia no cubra la necesidad del momento. Un sistema neutral y bien regulado, extendido por el mayor espacio geográfico posible.

Es el internet de la electricidad, aunque no sea gratis. Necesita un sistema de precios abierto que incentive el consumo racional, aproximando los tiempos horarios de demanda y oferta y tomando en cuenta la distancia entre generación y uso. La electricidad tiene pérdidas en el transporte, no es como la información, donde, desde la aparición de internet, la distancia no importa. Si el precio refleja bien este coste, fomentará el desplazamiento de actividades consumidoras de energía a zonas donde  hay más capacidad de producirla y se evitarán pérdidas de un producto imprescindible, escaso y con impacto ambiental y paisajístico. Es el momento de las renovables, hay que esforzarse en diseñarlo bien y resistirse a presiones interesadas.

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