Europa rozó la derrota y Estados Unidos la remontada épica. Pero, al final, el viejo continente ganó (13-15) la 45ª edición de la Ryder Cup de golf. Desde que en 1979 la competición entró en su era moderna, abriendo el equipo a todo el continente europeo, EUU ha ganado dos veces aquí y hasta en cuatro ocasiones lo habían hecho los europeos al otro lado del Atlántico. La del 28 de setiembre es la quinta derrota infringida a los norteamericanos en su país. En total, hemos vencido en 14 de las 23 ediciones.

La victoria tiene trasfondo político. El equipo diverso vence al muy uniforme, apoyado por un Presidente neofascista que gusta de jugar golf y posee varios campos importantes. El gordo rico y mal criado, acostumbrado a conseguir lo que se propone aunque se vea obligado a tomar caminos poco limpios, ha sufrido en su orgullo una herida dolorosa. El campo donde se jugó esta edición de la Ryder, Bethpage Black, es uno de los más difíciles del mundo. Allí, los europeos, que hablan idiomas y tienen culturas diferentes, han sido capaces de amalgamarse, sacar lo mejor de la diversidad y derrotar a los chicos que gustan a MAGA, norteamericanos arios, monolingües y cristianos, y que, en el fondo, se creen superiores.

El viejo continente se siente algo desplazado de los grandes centros de poder en este mundo en retroceso, que vuelve a los enfrentamientos nacionales, los obstáculos al comercio y la persecución de los diferentes. Por eso nos envalentona el resultado del torneo jugado en campo ajeno, aunque Nueva York sea de lo más europeo que hay en aquel país.

Defendemos y representamos una forma de trabajar por encima de viejas fronteras, que tantos problemas causaron aquí en el pasado y aún los provocan en nuestro espacio oriental. Eso, muchas veces, ayuda a ser más competitivos y a promover la construcción de espacios multilaterales donde el comercio y el derecho internacional marcan las relaciones entre países, en base a la negociación pacífica y el respeto a las normas que nos damos. Lo  hemos materializado recientemente firmando acuerdos de libre comercio con Mercosur, Méjico o Marruecos. Mientras Trump dispara andanadas de aranceles contra los que le llevan la contraria o los que, según él, perjudican a las empresas y los puestos de trabajo de los EEUU. Espero que también en este campo acabemos ganando y tomando peso como referencia para un mundo menos peligroso, más amable y más respetuoso con todos.

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