El modelo de negocio de la que sigue siendo una de las grandes empresas del país ha ido encogiéndose en todo el mundo. El gran almacén surgió hace un siglo en los EEUU y pasó a dominar el espacio detallista. Pero empezó a retroceder hasta caer en la irrelevancia cuando llegaron las cadenas especializadas y los centros comerciales. He definido alguna vez a El Corte Inglés como un diplodocus eficaz. Tiene una marca poderosa, clientes fieles y grandes edificios muy bien localizados en las principales ciudades y centros comerciales. Pero es un distribuidor de otros tiempos, el usuario encuentra de todo bajo el mismo techo, con muy buen servicio. Todo eso acarrea más costes y menos especialización.

El Corte Inglés lleva décadas intentando adaptarse a la nueva realidad y ha creado cadenas especializadas para emular a sus rivales. Con poco éxito. Las de alimentación (Supercor, Hipercor) no pueden compararse a un Mercadona. Aunque sigue insistiendo en esa línea, hace un año adquirió una pequeña red (Sánchez Romero) de 10 supermercados gourmet en Madrid. En sectores como la moda o el bricolaje sus tiendas especializadas están en retirada.

Frente a cada sección de un gran almacén y su prolongación en tiendas autónomas hay ahora competencia con más volumen, más eficaz, con presencia internacional, y aparecen nuevos desafíos en internet. Los clientes se hacen mayores y los jóvenes se sienten menos atraídos por los grandes almacenes.

La cuenta de resultados de El Corte refleja esa conjugación de circunstancias, le es imposible ganar dinero en proporción al volumen que vende. Su mejor resultado lo consiguió ya hace tiempo, en 2006, cuando obtuvo un ebitda (beneficio más intereses, amortizaciones y depreciaciones) de 1.400 millones, menos que lo que consigue un competidor especializado como Mercadona, que sólo toca una de sus actividades. Por no hablar de Inditex que anda por encima de los 7.000 millones de ebitda y le supera en España por volumen de ventas en moda, la línea de negocio más fuerte de los grandes almacenes.

Las dificultades para obtener resultados acordes con su dimensión se vieron agravadas con el efecto de los cierres a causa de la pandemia, que le llevaron a perder 2.945 millones en el 2020, aunque parte importante de esas pérdidas se debe a regularizaciones contables para valorar correctamente algunos activos. Su deuda se situó en algo más de 3.300 millones.

El Corte Inglés cuenta con un enorme patrimonio inmobiliario que trata de poner en rendimiento y vender para reducir deuda, como hizo en el 2019 con los centros de La Vaguada y Parque Sur. Continúa en esa línea. También se ha ido desprendiendo de diversos negocios especializados. Ese mismo año, vendió el de óptica al grupo holandés Grand Visión por 100 millones. En el 2013 había cedido el 51% de su actividad de crédito y pagos al banco de Santander por 280. Los problemas creados por el covid le forzaron a seguir en la misma dirección y, en el 2020, vendió su división de informática (Iecisa) a la francesa Gfi por 300 millones.

También fusionó su agencia de viajes con un especialista, Logitravel. El Corte Inglés mantiene una participación del 75% en la nueva compañía porque esta actividad es estratégica para la empresa y también para su ciudad natal. Como vamos a ver, nuestros grandes almacenes forman parte de una red local de influencias con peso político y sistemas de apoyo mutuo.

Madrid, la única gran urbe europea alejada del mar o de un río navegable, tiene obsesión de que todo pase por allí. Lo que justifica la red radial de autovías gratuitas, el ruinoso AVE o el gran Barajas. En la lucha por mantener la pujanza del tinglado aéreo local, entra en juego El Corte Inglés, parte activa de la red de contactos y apoyos de nuestra capital. Iberia es propiedad de una sociedad instrumental, donde hay dos tipos de acciones: el 50% de ellas tiene el 100% de los derechos económicos y el otro 50% el 100% de los políticos. La primera mitad es de IAG, la segunda de ¡El Corte Inglés! Nuestros grandes almacenes lideran una operación sin valor económico para asegurar que las decisiones estratégicas sobre Iberia pasen por un filtro vinculado a intereses españoles, aunque muy madrileños, adjetivos que tienden a confundirse.

Las conexiones y ayudas proliferan en ese entorno. El año pasado, Mutua Madrileña adquirió el 50,1% de la compañía de seguros de vida y accidentes de El Corte Inglés, por la que pagó 555 millones. En la misma operación, aportó otro tanto para hacerse con el 8 % del capital de la matriz. La Mutua intenta hacer bien las cosas y puso como condición que El Corte Inglés salga a Bolsa en los próximos cinco años, para poder dar liquidez a las acciones que adquiría. En caso contrario, la cadena de grandes almacenes se obliga a indemnizarla.

Es una nueva fase. El Corte Inglés, una empresa aún de perfil predominantemente familiar cuenta ahora con un socio financiero que va a presionar para que se cumpla el plan estratégico diseñado por el anterior consejero delegado, Víctor del Pozo, que ha dejado la empresa a finales de marzo, dos meses después de ser renovado en el puesto. El plan prevé alcanzar un ebitda de 1700 millones en el 2026. No será fácil y, aunque se consiga, no parece una cantidad suficiente para cotizar en Bolsa con fuerza, pues aún refleja una rentabilidad baja para la facturación y los grandes recursos que maneja. El accionariado es cada vez más local. Poco después de conocerse la entrada de la Mutua, el jeque qatarí Al Thani, que había entrado en la compañía en 2015 mediante un préstamo participativo y luego se había hecho con el 11,07% de las acciones, aprovechó que el Corte tenía liquidez para que le recomprara la mitad de su participación, con la que, al parecer, no está a gusto.

Lo que no puede evitar El Corte Inglés es su afición a meterse en todo tipo de negocios, es un generalista vocacional, el problema básico de los grandes almacenes. Sigue hablando de acometer nuevas actividades, además de potenciar, como todo el mundo, la venta on line. Estaba valorando, por ejemplo, la entrada en el negocio de las criptomonedas. Tal como están las cosas, supongo que habrá aparcado el proyecto.

La principal ventaja de nuestra cadena de grandes almacenes para poder seguir arrastrándose es que aún cuenta con activos valiosos y apoyos en la poderosa ciudad que la vio nacer y crecer. Ha demostrado que lo merece. Cuando hace falta, se puede contar con él en temas importantes, como el de Iberia, o más locales como salvar la pequeña red de Sánchez Romero. Allí, para muchos, El Corte Inglés es incluso un elemento aglutinador de la cultura nacional, como los toros (entrada 29/6) o la monarquía (7/7). Como hemos ido viendo, los tres tienen un futuro complejo. Lo que no deja de generar tensiones entre los españoles.  

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