Decía Marx que “el modo de producción condiciona la cultura”. El sector construcción tiende a generar en todas partes más corrupción que otras actividades, porque está más sometido a decisiones políticas. Primero en la obra pública, sobre todo si hay cambios sobre la contratación inicial o acciones que no se someten a concurso por urgencia. También en la concesión de licencias para construcciones o reformas de ámbito privado. Es más difícil ser virtuoso si hay muchas ocasiones y poco riesgo para pecar. Mi experiencia, especialmente en banca, me lo hizo ver y siempre intenté tener sistemas que evitaran tentaciones fáciles. Si no se controla bien facilitamos los tejemanejes, incluso de personas sin tendencia a saltarse normas, que pasan por situaciones que les empujan a buscar atajos.
España es un país donde la construcción ha tenido un alto peso, en torno al 10% del PIB o algo por encima en los años del desarrollismo y hasta la crisis del 2007. Había que construir mucho. Además, durante la mayor parte del siglo pasado, la carrera universitaria de más prestigio era la ingeniería de caminos y muchos de nuestros mejores cerebros se dedicaron a estudiarla y ejercerla. En los países de nuestro entorno los “ingenieros civiles”, como se suelen llamar, no son tan relevantes. Eso ha dado lugar aquí a cosas positivas, como que tengamos grandes empresas constructoras, con proyección internacional y alto peso en el tejido productivo.
Más construcción, más corrupción política, a nivel de personas individuales y de la financiación ilegal de partidos. Bárcenas (PP) fue un paradigma donde confluyeron ambos frentes, llevaba una libreta con la contabilidad B. Koldo, la fuente de los líos del PSOE ahora, grababa conversaciones. Defraudadores ordenados que permitieron conocer vicios y cómplices, como los pedófilos que registran sus depravaciones.
Este blog, como el ensayo que lo inspira, se interesa por las tendencias de fondo que afectan a las acumulaciones de poder y los problemas que causan. Ahora cabe un cierto optimismo, España tenderá a disminuir su alto nivel de corrupción, porque el sector que más la ayuda ha perdido peso en el PIB. Está en torno a la mitad que hace 20 años, en línea ya con lo que representa la construcción en economías avanzadas. También ha caído el atractivo de la ingeniería civil entre los jóvenes.
Pero la herencia de prácticas corruptas aún aprieta, como estamos viendo estos días en el entorno socialista. Hay que ser radical en la condena, la persecución y el castigo. Como he dicho antes, los dirigentes también son responsables de las desviaciones delictivas si no ponen en funcionamiento sistemas eficaces de supervisión de las finanzas públicas y de los procesos de toma de decisión con impacto económico. La mayor parte de las tentaciones desaparecerían si no fuera tan complejo obtener una licencia para una obra y si iniciamos un proceso de eliminación de esos billetitos que tanto gustan a los Koldos y Bárcenas de tuno. Está en el libro cuya portada reproduzco.
Otra herencia que arrastra España del excesivo peso y poder político de la construcción son los malos hábitos de pago. Lo he denunciado y lo seguiré haciendo, porque es la principal causa de no tener más empresas internacionalizadas y más investigación privada. La mayor parte de nuestras pymes está prisionera del capital circulante, hinchado por deudas de sus clientes, sobre todo de la distribución y la construcción. Como ya he informado aquí, la Unión Europea parece dispuesta a sacar un reglamento, en tramitación, que obligará a empresas e instituciones a pagar a 30 días, 60 en algunas circunstancias, con sanciones a los que no lo hagan. En España, desde el 2010, es obligatorio por ley pagar a 60 días como máximo, pero no se ha conseguido un reglamento de sanciones y el tema sigue desmadrado. Ojalá esa Europa a la que nos adherimos hace ahora 40 años nos ayude, una vez más, a corregir vicios castizos.
Lo que con creciente pero inacabado asombro estamos viendo y viviendo no se explica (salvo que de lo que se trate sea de distraer al personal) relatando cuáles son los “caladeros” que mejor pesca ofrecen, cuando la polivalencia de las artes utilizadas se adapta, con singular pericia, a la captura de cualquier especie, y todo ello con singular “eficacia”. Tampoco ignorando que tantas, tan bochornosas, cronificadas e impensables prácticas se vienen llevando a cabo por personas de singular relevancia, cuando ocupan, en gran medida, las principales instituciones del Estado quienes llegaron enarbolando la bandera de todas las virtudes y ejemplaridad que negaban a los demás. Un auténtico escándalo acumulado a numerosos anteriores que, por su inacabable encadenamiento, se pretende vayan haciendo olvidar unos a otros.
Puestos a hablar de tan repugnantes hechos como son los que llevan a ser tratados en la entrada que comento, no parece serio despachar el asunto trayendo a colación, como si tal cosa, a Koldo y a Barcenas. Por cierto, este último ya ha cumplido la mayor parte de su penitenciaria, la totalidad de la económica (más de 4.000.ooo de euros) y dado públicas muestras de arrepentimiento, mientras otros “peces gordos” del partido en el Gobierno, tras ser condenados en firme por el T.S., ni han pasado por la cárcel ni, que se sepa, han asumido con las responsabilidades económicas impuestas.
Todo esto es algo mucho más serio y exige se llegue hasta el final, sin atrancos ni oportunistas y espurias maniobras tendentes a evitarlo a toda costa. Mientras tanto, la presunción de inocencia que a nadie se debe negar pese a ser cuestionada ocasionalmente según el caso, nada tiene que ver con qué compañeros de legislatura y gobierno miren para otro lado subordinando principios éticos y estéticos otrora defendidos con denuedo a las situaciones de privilegio e influencia de que disfrutan y pretenden mantener y aumentar.
El blog, como el ensayo, intenta explicar las corrientes de fondo que ayudan a que aparezcan tensiones y desviaciones en el uso del poder. La entrada de mañana también irá sobre distintas visiones de España.