En 1953 Katherine Goble Johnson había sido trasladada provisionalmente a la zona de investigación de vuelos de la NASA, desde su puesto de programadora. En su primer día, un ingeniero le pasó unas hojas con cálculos para una trayectoria. Ella se dio cuenta de que había un error y no sabía cómo reaccionar. Era mujer y en aquellos tiempos una mujer no discutía un cálculo complejo de un ingeniero, todos en aquella unidad eran hombres. Peor, era afroamericana, una categoría racial que, incluso en la NASA, debía emplear comedores y servicios diferentes de los reservados a los blancos. En los 50 había mucha segregación, pero los esfuerzos de su padre para que tuviera una buena educación le permitieron terminar el bachillerato con 14 años y el primer ciclo universitario con 18. En matemáticas y geometría analítica era número uno.

A pesar de eso, debía ser discreta y mostrarse muy humilde, así que optó por preguntar: ¿cabría la posibilidad de que hubiera algún error?. Él lo negó, pero luego se dio cuenta de que lo había, aunque no llegó a admitirlo. Así, con discreción, segura de lo que hacía y preguntando mucho, ¿por qué? ¿cómo?, llegó muy arriba. Fue fundamental para los cálculos que llevaron a Alan Shepard al espacio exterior en el 61 y facilitaron que John Glenn diera sus primeras órbitas a la Tierra, un año después. De hecho, Glenn se negó a subir a la cápsula Mercury hasta que “la chica”, como la llamaba, revisara los cálculos, especialmente los de la vuelta y amerizaje. “La chica” había pasado de transparente a imprescindible.

Sus ecuaciones también permitieron viajar a la Luna, alunizar y regresar. Barak Obama le impuso la “Medalla de la Libertad” y uno de los edificios de la NASA lleva su nombre. Conoció el reconocimiento nacional, pero además crió a sus tres hijas, cocinó, cosió calcetines y cuidó de su primer maridó cuando éste enfermó. Tuvo tiempo de todo y siempre se consideró feliz. Ella sabía que en los suyo era tan buena como cualquiera. Su vida está en  la oscarizada película Figuras Ocultas.

Casi 70 años después de que Katherine Goble entrara en el departamento de informática de la NASA, una trayectoria como la suya seguiría siendo destacable, a pesar de que hay mujeres sobresalientes en todos los campos. Eso debería preocuparnos. Hoy en EEUU, donde los ricos están haciendo cada vez más cara la buena educación, una chica humilde perteneciente a una minoría racial sigue teniendo muy difícil sobresalir en investigación puntera. Ese país está perdiendo su capacidad de abrir puertas a la igualdad de oportunidades, lo que llegará a empobrecerlo. A pesar de todo lo que tuvo que superar la gran matemática que nos ha dejado hace dos semanas, ella consiguió romper cerraduras y candados para traspasar puertas. Una tarea en la que hay que seguir peleando en la resaca del 8 de marzo.

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