La Banca española es determinante para sostener el atraso en los pagos, porque es adicta a financiar el circulante que provoca. Consigue con ello dos objetivos fundamentales: reforzar su magra cuenta de resultados con los intereses y comisiones que proporciona esa actividad, centrada en los servicios de factoring y confirming, y diluir, entre cientos de miles de pymes y autónomos, el riesgo de gigantes con pies de barro, a los que soporta ese ejército de supervivientes, porque ninguna entidad financiera con dos dedos de frente financiaría lo mucho que deben algunos que presumen de poderosos.

El exceso de pasivo circulante que aprisiona a muchos agentes productivos es para los bancos un suculento negocio y para España causa principal de atraso económico. La enorme deuda a corto plazo impide que tengamos más empresas competitivas, que puedan invertir en investigar y crecer. 

El país ha estado dominado por un tinglado de “morrosos” con muchísima influencia. Tienen asiento preferente en él importantes constructoras y distribuidoras. Cuentan además con el apoyo incondicional de la banca, que prefiere que los malos hábitos de pago del país sean soportados por una pléyade de agentes productivos menos relevantes. Esa masa anónima, aplastada por la deuda de grandes corporaciones y las malas praxis financieras, ha decidido rebelarse porque no puede esperar más. Organizados en la Plataforma Multisectorial Contra la Morosidad y al margen de una patronal demasiado influida por los morosos, han conseguido presionar a los políticos.

La PMCM es un nuevo Robin Hood. Logró una Ley de Morosidad (2010) que prohíbe pagar a más de 60 días, en línea con lo que ocurre en los países más industrializados y competitivos. Victoria pírrica, porque no consiguió que se estableciera un régimen de sanciones para los incumplidores y, diez años después de entrar en vigor esa ley, el plazo medio de pago de las empresas no financieras del IBEX 35 está aún en ¡183 días!

La Vicepresidenta Calviño, nacida en la periferia norte y con conocimiento de cómo funciona Europa, ha empujado desde el Gobierno un proyecto de ley, en trámite parlamentario, que establece un plazo de pago general de 30 días, con la posibilidad de elevarlo hasta un tope de 60 por acuerdo entre las partes. Incluye un régimen serio de sanciones a los que incumplan. Si se aprueba, será su gran legado a la historia económica de España.

La cosa debe ir bien porque está levantando mucha polvareda en el entorno de la sacrosanta cofradía de morosos, que, si se aprueba la nueva ley, tendrán que pagar como si estuvieran en Francia o Alemania. La gran banca, a la que no le gusta dar la cara directamente, ayuda a presionar al Congreso en contra del cambio legal, por vía de la Asociación Española de Factoring y Confirming. Esta emitió una nota de prensa la semana pasada en que defiende sus servicios, esos que tienen maniatados a la mayor parte de las pymes y autónomos del país. El comunicado es patético, alega incluso que la ley podría perjudicar a las empresas pequeñas y medianas que pagan a más de 60 días, una pacífica laguna al lado de tempestuosos océanos de morosidad.

Estamos cerca de dar un salto decisivo en nuestro desarrollo, modernidad y capacidad de investigación. No ceda, Nadia. Si es preciso, puede dirigir parte de los fondos que envía Europa para ayudar en la salida de la crisis a refinanciar el pasivo de los morosos recalcitrantes, pero si alguno tiene que cerrar no se preocupe, será que no es estratégico. A cambio, liberará la energía creadora de cientos de miles de agentes económicos que les avalan ante los bancos y encima les cobran por ello. Parece increíble, pero en el fondo es eso.

Si se consigue que todas las grandes empresas del IBEX 35 paguen a 60 días, se inyectarán 56.500 millones en el tejido productivo, salvaríamos del cierre a incontables pymes y autónomos y daríamos un impulso decisivo al crecimiento sólido de nuestra economía, sin necesidad de cubrir papeles y perder tiempo. Para eso tenemos los fondos, para eso se ha endeudado tanto el Estado: para que el país salga de la crisis con fuerza y mejor orientación. No permitan que fantasmas del pasado les asusten.

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