La razón que me movió, hace ocho años, a escribir el ensayo que me sirve de referencia fue el crecimiento de estructuras de poder, que ponían en riesgo la libertad de los que disfrutábamos de una situación democrática y el acceso a ella de los muchos que aún están fuera, especialmente mujeres.
El envase que alberga el imperio de la ley es el estado nación, que ve cada día más debilitadas sus fronteras por (1) los flujos de migrantes, que buscan mejorar sus vidas, (2) la globalización comercial que pone en riesgo sectores importantes de su economía y (3) la influencia de gigantes que dominan sistemas de información desarrollados en torno a nuevas tecnologías. Por otro lado, los propios estados han creado grandes burocracias dentro del sector público, en las que se parapetan castas políticas y funcionariales poco dadas a facilitar cambios.
El nuevo entorno amenaza los estados de derecho de base democrática. La situación es compleja y muchos ciudadanos aplauden mensajes de vuelta al pasado, de la mano de líderes que prometen actuar con firmeza para recuperar una situación más tranquila, aunque eso supongo sistemas más autoritarios. La debilidad de la democracia en algunos de los países que la disfrutan se está transmitiendo al derecho y las instituciones internacionales desarrollados durante los últimos ochenta años para llevar el imperio de la ley más allá de fronteras nacionales.
Los neo fascistas no quieren someterse a normas o autoridades que les condicionen o representen un sistema de solidaridad para gente en peor situación, pero extranjeros. Su prioridad es el gasto interior, sobre todo militar para imponer sus ideas nacionalistas, incluida la anexión de territorios que les interesen. Es la línea de grandes naciones con deriva fascista, Rusia –se cumplen tres años de su invasión de Ucrania- y China, a las que ahora parecen querer añadirse los EEUU, pero también de otras que codician espacios vecinos, como Turquía o Israel.
Las cosas han empeorado desde que se publicó mi ensayo porque no tomamos las medidas que allí se proponían u otras equivalentes para detener los procesos de acumulación de poder que amenazan las libertades y los derechos humanos. El más estructurado intento de llevar el derecho común de los ciudadanos por encima de viejas fronteras es la Unión Europea. Por eso es algo que debemos proteger, mejorar y reforzar, como se reitera aquí. Y ahora más, porque es atacada, desde fuera y desde dentro, por los fascistas-patriotas, que la ven como un grave obstáculo para hacer lo que les dé la gana.
El riesgo adicional para el imperio de la ley, que ha traído la elección de Donald Trump como Presidente del Estado más poderoso, obligará a los europeos a tomar medidas que íbamos retrasando, como contar con un sistema militar defensivo común. En este blog llevo años pidiéndolo, ahora, por fin, se ha metido en el centro de la agenda política europea.
Los cambios a peor pueden ser oportunidades para mejorar. Aprovechémoslos y reivindiquemos el imperio de la ley, también de las que permiten el funcionamiento de economías dinámicas con diversos competidores en todos los sectores. No dejemos que se rían de nosotros los señores de los nuevos sistemas de información y manejo de datos. Hay que regular ese criadero de todopoderosos que van por libre, con normas específicas de competencia, como se pedía en la entrada del pasado día 10. Lo ocurrido el domingo en Alemania lo debería hacer imprescindible, allí la ultraderecha ha duplicado los votos y se ha convertido en el segundo partido del país. Muchos de sus seguidores se encuentran entre los menores de 30 años, mayoritariamente varones, y se sabe que el 63% de ellos se informa sólo en las redes. Hay que regularlas bien para evitar el abuso de posiciones de dominio.
La ley es el instrumento para que las sociedades funcionen de forma justa, su imperio es el de la democracia, el de los derechos y libertades que la inmensa mayoría deseamos. Aún son muchos los que miran a Europa con esperanza, no los defraudemos
Es maravilloso. Cuando viajan juntas ideas y comentarios, unas de difícil cuestionamiento con otros que no merecen similar consideración, no es fácil fijar posición sin entrar en un estudio de detalle que no siempre es posible o procedente, sin alargarlo en exceso e incurrir en el riesgo cierto de aburrir al personal. No tengo duda que entre todos los interesados o curiosos en el seguimiento de este valioso blog concurre un nivel de cualificación que permite separar el trigo de la paja, lo objetivo de los excesos que, por otra parte, no son infrecuentes ya que somos muchos y, como dijo Rafael «El Gallo», cuyo arte se no es de tu gusto, «tiene que haber gente pa tó» …
Lo que si me gustaría resaltar, pasando de lo global a lo doméstico, es la evidencia de lo que vienes a decir en el párrafo en que afirmas, muy acertadamente, que la debilidad de la democracia se está transmitiendo al derecho y a las instituciones. Es así, tanto como que es la realidad de lo que viene aconteciendo en España sin que sedicentes paladines de la democracia alcen su voz para proclamarlo, en vez de aplaudir con las orejas ante tan notorios desvaríos.
Así vamos mal. Una reacción causa-efecto puede estar en el origen de muchos de los problemas que denuncias y ello no solo en nuestro país, si no en otros muchos. Como las partes conforman el todo, así va Europa ¿ O es que de pronto todo el mundo se ha vuelto loco ?.
Me refería al derecho e instituciones internacionales preferentemente, por el aumento de los populismos nacionalistas. Aunque la democracia se erosiona en muchos países, según los últimos índices que se publican. España aún mantiene un nivel aceptable, a pesar del lío político que tenemos y los casos de corrupción.
Pués tanto por la evidencia de lo ya visto como por la tendencia, más bien parece que aquello de ¡¡ temos ser os primeiros !! es el objetivo al que se aspira en la materia.