Huawei como problema político

Los que defendemos la extensión de la libertad, como el mejor camino para la mejora de la calidad de vida de las personas y para promover un orden internacional menos proclive a los enfrentamientos militares, debemos defender también el comercio. Mi libro (pg. 145) recoge una cita de Montesquieu, “el efecto natural del comercio es conducir a la paz”, que tiene más de dos siglos y medio. En ese marco, son buenas noticias que la reunión de G 20 de esta semana se haya cerrado con un ambiente constructivo, a pesar de la tendencia proteccionista del Presidente Trump, y que, después de largos años de negociación, la Unión Europea y Mercosur hayan firmado un ambicioso tratado de liberalización del intercambio de mercancías.

Dentro de este ambiente, ha tenido mucha relevancia mediática el boicot impuesto por EEUU a la compañía china Huawei en el desarrollo de las nuevas redes 5G de telefonía móvil. Lo que nos brinda un buen motivo para meditar si consideraciones políticas o de seguridad deben alterar las normas del libre comercio. En este caso, se alega que los sistemas desplegados por Huawei disponen de ventanas ocultas que permitirían el acceso de las agencias de «inteligencia» de Pekín a todo tipo de contenidos que pasan por las redes.   

Aunque defiendo la expansión de los intercambios mercantiles, el asunto aludido puede justificar una excepción. Porque China está en manos de un régimen totalitario, que impide el desarrollo de las libertades democráticas, trata de erradicarlas de su zona de influencia (Hong Kong o Taiwán) y persigue a minorías (huigures) que no pertenecen a la etnia Han y para las que incluso dispone de “campos de reeducación”, antes llamados “de concentración”.

En el libro indico que los países dirigidos por una dictadura deberían soportar algunas restricciones en el acceso a los mercados de los países democráticos. Se propone la imposición de aranceles más elevados a los Estados poco escrupulosos con los derechos de las personas, como incentivo para que mejoren en un tema que afecta a todos por pura solidaridad humana. Un caso especial, en el que habría que ser aún más exigentes, lo constituyen los productos que contienen tecnologías de uso potencial en el espacio militar o de seguridad. En la medida de lo posible, conviene evitar que los países totalitarios dispongan de medios tecnológicos que les ayuden a empujar a la Humanidad hacia entornos donde predomina el autoritarismo.

En el último apartado de la publicación (Todos somos necesarios), recomiendo que cada uno de nosotros seamos conscientes de nuestro papel y tengamos cuidado con lo que consumimos, pues podemos estar apoyando a compañías que no pagan impuestos, que agreden el medio ambiente, que realizan prácticas monopolísticas o que están bajo control de regímenes políticos que aplastan las libertades, sobre todo la libertad de expresión, la madre de todas ellas, y las necesitan para expandir su influencia. El poder de los consumidores informados es mucho más importante de lo que parece.

En el boicot establecido por EEUU a Huawei, compañía donde el Estado chino está muy presente, puede haber motivos puramente proteccionistas que buscan preservar el liderazgo de las compañías tecnológicas norteamericanas y además es posible que se levante, aunque se mantengan controles en el despliegue del 5G. Pero tiene un lado político que justifica esas precauciones. Cada día somos más conscientes de que los problemas de convivencia nos afectan a todos en este planeta tan poblado e interconectado. 

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