Conforme las vacunas se vayan extendiendo y ayuden a controlar la cuarta ola que se inicia en algunas zonas de España, la recuperación económica se irá animando, aunque costará un par de años volver a los niveles de empleo y PIB del 2019. En este ámbito, la peor secuela que deja la pandemia es el deterior de las cuentas públicas, que, entre otras cosas, dificulta atender bien las necesidades creadas por los cierres de negocios y el alto desempleo. Y menos mal que nos han prometido importantes ayudas europeas que llegarán, aunque sea algo tarde, si el Constitucional alemán no lo impide.

Es normal que, en este contexto, se hable de subir impuestos y quizá haya que hacer algunos ajustes, pero la guerra contra el excesivo déficit público y el elevado endeudamiento del Estado sólo se puede ganar mejorando sustancialmente sus ingresos con las tasas que ya hay. Es más, un aumento significativo de los impuestos incentivaría la evasión fiscal y complicaría la solución de los problemas, como nos acaban de recordar la OCDE y la propia Nadia Calviño Los Estados deben centrarse en recaudar, en recaudar más con los impuestos ya existentes y disponen de medios para hacerlo.

Las principales dificultades a las que se enfrentan están en tres apartados: (1) la habilidad de grandes corporaciones para pagar menos con todo tipo de ingenierías fiscales, (2) la competencia entre los países para captar, mediante rebajas impositivas, inversiones productivas y capitales de sujetos adinerados y (3) el alto nivel de economía sumergida que tenemos, especialmente en el sur del continente europeo. Para cada problema hay un remedio, los Estados lo saben y empiezan a dar pasos para ponerlos en marcha. Para ello necesitan superar nacionalismos de vía estrecha y prácticas de mala ética pública que los deslegitiman. Deben evitar que el deterioro de sus finanzas se cronifique y abra una época de bajo crecimiento.

El primer problema se puede abordar ahora mejor, gracias a la llegada de Joe Biden a la Presidencia de los EEUU. Ya ha propuesto niveles mínimos del impuesto de sociedades para las multinacionales, a recaudar en cada país donde operan. Esto debería facilitar un acuerdo rápido con la UE, donde se están estudiando, a nivel colectivo y también de Estados miembros, diversos esquemas de este tipo. Los empresarios españoles soportan un impuesto sobre beneficios del 25%, lo que les cuesta más trabajo es aguantar la competencia de gigantescas empresas que cuentan con ventajas en ese capítulo.

Evitar excesos de competencia fiscal, también se están dando pasos. Hay que amenazar, si es preciso, con aplastar con medidas comerciales los paraísos fiscales que no entren en razón para compartir datos y armonizar tasas impositivas, normalmente se trata de países pequeños. También es necesario acordar, entre los estados de derecho, tipos mínimos en los principales impuestos y evitar excesivas rebajas para captar inversiones y sedes sociales de empresas. Hay que predicar con el ejemplo y empezar por la competencia interior que se da en estados de tipo federal. En los EEUU, es conocido el caso del Estado de Delaware. En España la competencia fiscal interna es casi una “característica cultural” de lo que llamo nacionalismo madrileño, una comunidad que nació y vive del Estado.

Establecer un plan para suprimir los billetes. Lo he dicho en otras ocasiones: es la primera vez, desde que se inventó el dinero, que su movimiento puede hacerse auditable en su totalidad, gracias a los modernos sistemas de pago. El efecto sobre las finanzas públicas sería espectacular (la economía sumergida en España supera el 20% del PIB). Hay muchas resistencias a iniciar un plan de eliminación de los billetes, casi todas pagadas o incentivadas por las mafias, los corruptos y los amantes de grandes aparatos burocráticos que ya no son necesarios, al menos en los niveles que tienen.

Les dejo con un dato que pone en evidencia la ineficacia y el déficit ético en la gestión pública. El año pasado, en España, las retiradas de efectivo en cajeros automáticos cayeron más de un 31%, mientras el valor de la moneda emitida por el BCE subió un 11%, cada vez más concentrada en billetes de 50 o más euros. La economía sumergida y la criminal van viento en popa con el apoyo del BCE. Un escándalo del que se habla demasiado poco. Por eso, en pocas semanas, estará en librerías una versión totalmente actualizada de mi libro sobre el tema.  

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1 comentario

  1. Solo dejar constancia de mi felicitación por el “alumbramiento” que se anuncia en el último párrafo de la entrada objeto de comentario.
    No me cabe duda del interés de sus nuevas aportaciones, como así sucedió con la edición original a cuya presentacion tuve la agradable oportunidad de asistir. A nadie dejará indiferente.

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