La lógica económica del transporte ferroviario daba prioridad, dentro de las ayudas europeas, a la modernización del eje atlántico, entre Lisboa y Coruña, dotado de una infraestructura del siglo XIX (1). Pero, a finales de enero, esa prioridad fue atacada por un acuerdo entre la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas (entrada del 1/ 2/24).
Hay dos cosas que me sorprenden de lo sucedido. La primera es que consiguieran su objetivo, cuando lo racional es favorecer el tráfico en los ejes de ciudades puertos y aeropuertos. Aquí ya sabemos que la visión radial puede con todo y que el importante eje mediterráneo aún sigue sin AVE. En Portugal, influyó el cambio de gobierno, que ahora es del mismo partido que gobierna la capital, y también las relaciones de Moedas en Bruselas, donde ha ocupado altos cargos. La posición de Lisboa viene marcada por su miedo a que la conexión con Galicia tire del eje atlántico hacia el norte, sitúe a Oporto en el centro de la zona más dinámica y deje a la capital en un sur más atrasado. Por razones más difusas, a Madrid tampoco le gusta promocionar el norte. Las inversiones deberían hacerse donde hay más posibilidades de rentabilizarlas, pero los que juegan con “pólvora de rey” se olvidan de ello con demasiada frecuencia. La visión egoísta de las capitales triunfa y todos tan contentos.
Una segunda causa de sorpresa, cuando comentaba el caso en entradas anteriores, es que un tema tan importante para Galicia no se reflejara en la campaña de las elecciones autonómicas de febrero, iniciada pocos días después del acuerdo entre Ayuso y Moedas. Indica hasta qué punto los políticos de uno u otro partido tienden a centrarse en una serie de asuntos previos y pueden saltarse alguno estratégico que se produce, como es el caso, de forma inesperada.
La desaparición de su frontera sur en el plano arancelario y la comunicación por autovía, impulsan el desarrollo económico de Galicia, que, desde la entrada de España y Portugal en la UE, tiende a crecer más que la media de España. En 1985 era la comunidad autónoma número quince por renta per cápita, ahora somos la undécima. Siglos después, se diluye una frontera artificial que nos separaba de un espacio donde hoy habitan 10 millones de personas, vecinos también próximos en el plano cultural. Esa relación se verá reforzada por la modernización del corredor ferroviario, pero a nuestros gobernantes no parecía preocuparles.
El agravio sufrido por las expectativas de mejora empieza a sentirse y la Xunta ha oficiado hace unas semanas un acto litúrgico con el responsable de infraestructuras de la región norte portuguesa, un cargo con muy poco peso político en el país vecino. Desde entonces, la articulación ferroviaria del espacio costero occidental de la península ha entrado en la lista de reclamaciones del gobierno gallego. Llegan algo tarde, la UE se da por enterada y afirma que el tendido Vigo-Porto estará terminado en el 2040, cuando, antes de la reunión Madrid-Lisboa, la fecha objetivo era el 2032.
Manuel Fraga, que tenía más visión estratégica que sus sucesores, ya había acordado, en 1999 con el ministro de Obras Públicas portugués, un primer estudio de la viabilidad de la conexión ferroviaria. Un cuarto de siglo después, no hay ni un sólo tramo sacado a concurso y el cerebro radial de ADIF sigue sin tener un proyecto de cuál va a ser la salida sur de Vigo hasta la frontera. Estamos hablando de sólo 30 km de tendido. Desde entonces, se construyó entero el AVE Madrid-Badajoz, listo para ir hasta Portugal.
(1) La foto es del puente entre Tui y Valença inaugurado en 1886
Es cierto que con la necesidad de adecuar la conexión ferroviara de Galicia con el norte de Portugal no se ha sido suficientemente sensible ni diligente. No es nada nuevo, ni se puede señalar, sectariamente, volviendo a lo de siempre, a nadie en concreto como responsable de tal desatención, si no que esta recae tanto en los distintos gobiernos de distinto signo, como de la propia sociedad civil en general, menos exigente en este sentido que en otros temas no más importantes.
Yo supongo que en cuanto en España se supere, si aún fuese tiempo para ello, la vorágine de problemas y conflictos que nos vienen colapsando, en aras a intereses inconfesables, por espurios, que subordinan lo importante para todos, a lo urgente para unos pocos, las expectativas puedan mejorar sustancialmente.
Claro que dada la conocida eficacia del Ministro del ramo ¿o de propaganda del psoe y de su «puto amo» (sic) ?, ningún proyecto estratégico descarrilará. No hay más que ver en lo que se viene convirtiendo, bajo su mandato, un sistema ferroviario antes tan prestigiado y ahora denostado.
¿Puede fiarse un mejor futuro a quienes malogran el presente?.
El principal problema estratégico de nuestro ferrocarril es la prioridad del ave radial que además no sirve para mercancías. Es un problema que afecta a gobiernos de todo tipo. Su prestigio se concentra en la capital y satélites.