El nieto favorito de la reina de Inglaterra ha tenido que agachar las orejas y reconocer implícitamente que abusó de una menor, Virginia Giuffre, a la que conoció en uno de los encuentros con guapas jovencitas que organizaba el magnate Jeffrey Epstein para ricos y poderosos, de los que se creen por encima de los demás. Epstein se suicidó en una cárcel de Manhattan en verano del 19, mientras esperaba ser juzgado. Su cómplice y pareja, Ghislaine Maxwell, hija de un magnate de la prensa, ha sido condenada en los EEUU por cinco delitos contra la libertad sexual de menores. Ayer hemos sabido que se había ahorcado en su celda de París Jean-Luc Brunel, amigo de la pareja y proveedor de chicas para los saraos, el ex agente de modelos estaba imputado por acoso y violación.

Temeroso de terminar en la cárcel y presionado por su padre para que un juicio público con jurado no estropease el gran Jubileo de Platino que los británicos ofrecen a la abuela, Andrés agacha su noble cabeza, firma un acuerdo y, según información de los medios, pagará a la víctima el equivalente a 14 millones de euros. Casi todo los sacará la Reina, aquejada hoy de covid 19 a sus 95 años, de su enorme patrimonio. Hasta los grandes del dinero y la alcurnia están sometidos a las leyes que protegen a las mujeres, levantadas gracias a las ideas feministas y la democracia.

El fuerte cambio hacia más autonomía femenina se manifiesta, por ejemplo, en un dato que acabo de conocer: el número de monjas en los EEUU es de unas 41.000, la cuarta parte de hace 50 años. Ya no abundan las candidatas a educar niñas en preceptos pasados y trabajar gratis para los sacerdotes. Por más que la religión siga influyendo mucho en el poderoso sector conservador de los EEUU, que ahora pelea para torpedear en el Supremo la protección del derecho a abortar en las primeras semanas de embarazo.

La primera mujer elegida para vicepresidenta de aquel país, Kamala Harris, está demasiado escondida y ha perdido popularidad. Una pena. Estos días ha buscado una pátina de liderazgo en el ámbito militar, predominantemente masculino, al encabezar la delegación de su país en la Conferencia de Seguridad que se acaba de celebrar en Munich por la amenaza de Rusia sobre la soberanía e integridad territorial de Ucrania. Tamara ha insistido en la vía diplomática para rebajar la tensión. Hacen falta más mujeres en la primera línea de la política. Lástima que Rusia y China no estén por la labor, sus líderes se encuadran en el modelo macho alfa, cada uno en su variante. La del ruso más agresiva mostrando músculos o misiles, según toque.

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2 comentarios

  1. Está claro que se han cometido, cometen y seguirán cometiendo conductas reprobables de las que son víctimas mujeres, aunque no solo, y que cualquier persona mínimamente sensata y responsable no puede sino censurarlas y, en la medida de sus posibilidades, tratar de corregir o, mejor, evitar. Tanto es así que la “requetereiteración” sobre lo mismo no parece necesaria, a riesgo de entrar en competencia con Irene Montero, Ada Colau, Yolanda Díaz, etc., que parece han hecho de ello profesión.

    1. El capítulo 4 de mi ensayo explica que la libertad de las mujeres es el mejor índice de salud democrática, por lo que, a fuer de parecer reiterativo, seguiré destacando sus conquistas y denunciando los ataques que reciben. Me parece fundamental hacerlo en tiempos de regresión democrática en el mundo que las tiene como primeras víctimas, como en el caso extremo de Afganistán.

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