Una guerra borra cualquier filtro racional al lenguaje agresor. Todo vale para llenarse de razón y justificar los peores instintos. El Presidente totalitario de Rusia culpa al Gobierno ucraniano, elegido democráticamente y que respeta la libertad de expresión, no como el suyo, de aplicar limpieza étnica sobre su población de origen ruso. La primera agresión exterior de Adolf Hitler fue la anexión de la vecina Austria, en marzo de 1938, para incorporar a la gran Alemania población germana. Supongo que si Vladimir consigue controlar Ucrania, mediante un régimen sometido, tendrá previsto una visita a Kiev, como hizo Hitler en Viena, para presidir manifestaciones de apoyo de los “liberados”. 

La siguiente operación militar del jerarca nazi fue invadir Polonia, el uno de setiembre del 39, para repartírsela con el dictador Stalin, uno de los más crueles dirigentes de la Historia. Nuestro ABC franquista tituló al día siguiente “Polonia invade Alemania”, un caso tan extremo de manipulación que suena casi a chiste. Aquello provocó el inicio de la segunda guerra mundial. Espero que Putin se abstenga de oír música de Wagner, no le pase lo del personaje de Woody Allen en Misterioso Asesinato en Manhattan, que comenta al salir de una ópera del gran compositor alemán, muy del gusto de los nazis: “tengo que dejar de escuchar a Wagner,… me entran ganas de invadir Polonia”. Al fascista ruso ganas no le faltan.

Pueden ser paralelismos a tener en cuenta, pero la historia no se repite, al menos en los mismos términos. La última gran guerra europea terminó en el lejano Japón, casi seis años después de la invasión de Polonia, con el estallido de las dos primeras, y últimas, bombas nucleares usadas en combate. El salto en capacidad de destrucción que la física había puesto en manos de la humanidad cambió los parámetros históricos de las grandes guerras, que pasaron a ser frías, salvo enfrentamientos de menor escala que siguió habiendo en numerosos lugares.

La guerra de Ucrania es la primera provocada por un heredero del prolongado choque entre Occidente y la URSS. Rusia, una de las potencias con grandes arsenales de armamento nuclear se mete a conquistar espacios más allá de sus fronteras, una política con precedentes en Ucrania y en otros territorios. El ruso alega que necesita controlar lo que considera su zona de influencia para garantizar la seguridad de su pueblo o, más en general, de los eslavos, léase por ejemplo Serbia. Putin ya ha advertido de respuesta “sin precedentes” a los que intenten frenarlo. Da miedo pensar en lo que puede ser capaz de hacer si se ve muy acorralado y limitado en sus ambiciones.

Pero el fascista parapetado en el Kremlin, comandante de un ejército que considera invencible en su vecindad, rodeado de oligarcas, soberbio poseedor de todos los secretos de las fuerzas de seguridad quizá esté demasiado aislado y haya medido mal las consecuencias de sus actos. Está encontrando más resistencia de la esperada.

La propaganda rusa había anunciado que el Presidente Volodymyr Zelensky, al que los EEUU había ofrecido evacuar con su familia, había huido, mientras instaba a los militares ucranianos a deponerlo. La mañana del sábado, después de la peor noche vivida en Kiev desde la invasión nazi, Zelensky apareció frente a su residencia oficial, descamisado y sin afeitar, smartphone en mano, grabando su mensaje “Buenos días a todos los ucranianos. Hay muchas falsedades circulando …, yo sigo aquí”. Parecía feliz de seguir allí, de estar vivo, de ejercer de líder. Su respuesta a la declaración de guerra contenida en el largo discurso de Putin del día 21 fue sencilla: “No hay tiempo para extensas lecciones de Historia. No voy a hablaros del pasado sino del presente y del futuro. Las fronteras de Ucrania internacionalmente reconocidas permanecerán donde están”. El final de su intervención sonó desafiante: “defenderemos nuestro país porque nuestra arma es la verdad y esa verdad es que esta es nuestra tierra, nuestro país, nuestros hijos. Eso es lo que defendemos”

Zelensky es un héroe para los que aman la libertad y la convivencia pacífica. Un actor cómico venido desde abajo que derrotó en unas elecciones limpias a todo el corrupto aparato político tradicional de Ucrania. Ahora arriesga su vida y la de su familia para defender los derechos de su gente y también los de otros muchos europeos. Debemos darle todo el apoyo que podamos.

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