Desde que ETA dejó las armas hace 10 años, Euskadi va rehaciendo una vida social más sosegada, proceso ya iniciado antes que refleja la capacidad de la democracia para crear condiciones de convivencia pacífica, aunque se profesen visiones muy diferentes de cómo debemos organizarnos.

Es motivo de alegría que la organización de los presos de la banda haya acordado pedir que no se celebren ongi etorri, actos públicos para celebrar la vuelta a su localidad de los terroristas que han terminado de pagar sus culpas y son excarcelados. Resulta gratificante que los causantes de tanta muerte y dolor se den cuenta del sufrimiento que provocan a sus víctimas con estas alegres celebraciones y soliciten evitárselo.

Un paso positivo en la compleja evolución de la sociedad vasca que se vio atrapada, durante muchos años, en una dinámica del odio y la violencia, provocada por iluminados opositores “militares” a una dictadura militar y reprimida a veces con los peores modos de las cloacas del Estado. Aquello duró demasiado. Es justo y comprensible el dolor de las víctimas del terrorismo y sus familiares. Pero hay que evitar que a los asesinos y extorsionadores que cumplen la pena marcada por la ley sin indultos ni amnistías, se les agraven sus condiciones de vida por puro deseo de venganza.

Comprendo que no guste lo que predica Bildu en las organizaciones políticas menos afines a planteamientos radicales sobre la estructura del Estado. Pero es bueno que ahora lo haga desde las instituciones, respetando el juego democrático. Es la mayor derrota de los violentos.

A pesar de los muchos escozores que aún subyacen, me admira la capacidad de regeneración que está demostrando el pueblo vasco, incluidas las grandes obras de cine y literatura que se están produciendo y ayudan a somatizar lo ocurrido.

A las organizaciones a las que la lucha antiterrorista y el apoyo a las víctimas les facilitaba respaldo y cohesión hay que pedirles que ayuden, que no reaccionen con altanería y descalificaciones a medidas positivas como la acordada por los ex etarras encerrados. Dejen que la profunda herida del terror cicatrice con calma, poco a poco, aflorando las reservas de convivencia y solidaridad que acumula Euskadi. El proceso será más rápido y eficaz para eliminar secuelas si lo preside el debate sosegado y se realiza bajo la luz de las libertades.

En relación al libro que presento en los próximos días, debo recordar que ETA no hubiera existido sin billetes. En él (pg. 60) reproduzco una frase de una de sus cartas de extorsión: “… por razones de seguridad, le pediríamos que materializara su aportación en billetes…”. No tenían otra forma de cobrar. Les sigue pasando a los terroristas que andan por el mundo.

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2 comentarios

  1. Los bilduetarras ya no matan (a tiros ni con bombas) y ahora dicen no organizarán fiestas en público para recibir a sus colegas los asesinos excarcelados. ¡ Hurra ! .
    Debemos celebrar tanta comprensión y generosidad. Se puede y debe seguir extorsionando de cualquier otro modo pero hay que procurar guardar mínimamente las formas para así correr un estúpido velo que justifique lo injustificable y facilite (costo de irrepetible oportunidad) a los eventuales socios de conveniencia (Otegui dixit)
    el trueque de favores.
    La proclamada admiración por el pueblo vasco que se muestra en la entrada objeto de comentario puede ser comprendida y compartida, como puede serlo la que merecen el conjunto del pueblo español, alemán o italiano (por citar solo algunos que pueden ser representativos) pero ello no es válido ni extrapolable a determinados grupos que, formando parte de los mismos, recurren directa o indirectamente (interrelación entre arboles y nueces) a practicas tan deleznables como a las que nos estamos refiriendo. Determinados excesos reactivos que puedan haberse cometido por el Estado en los peores momentos del plomo, aún siendo reprobables, no pueden, de ningún modo, justificar cualquier tipo de equidistancia entre los terroristas y las incontables victimas de su terror. No se trata de venganza. Se supone que en un Estado de Derecho no es interpretable como venganza el hecho de que se pretenda el cumplimiento de las sentencias y de que se condene y persiga sin paliativos cualquier tipo de violencia (también lo es su exaltación), tanto de la pasada como de la que bajo otras formas persiste. ¿Puede entenderse la defensa de la libertad de otro modo?. ¿La libertad de quien?.
    Finalmente, llamar la atención ante la incomprensible incoherencia observable cuando se banaliza recurrentemente en el blog la propensión al perdón y al olvido en la católica España, mientras se muestra entusiasmo por lo mismo en cuestiones tan «sangrantes» como la que aquí se trata.

    1. Solo destaco que los planteamientos ahora se hacen dentro de la legalidad y que hay un debate social que anima a pensar que irán superando años negros

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