Me encuentro con dos informaciones -un artículo en El País (8/8) de Mara Balestrini, doctora del University College London, y el principal tema del número de The Economist de la semana pasada- que se centran en el uso de datos públicos por la sociedad civil. Se conoce como open source intelligence (OSINT). La revista destaca hallazgos de los últimos meses logrados sin emplear más medios que ordenadores personales y capacidad de desarrollar modelos probabilísticos.

Cita el caso de un investigador y un estudiante que consiguieron detectar cientos de nuevos silos de misiles instalados por China, usando imágenes procedentes de satélites comerciales. Un grupo investigador, Bellingcat, y un blog y una comunidad, Arms Control Wonk, que analiza los procesos de no-proliferación, desvelaron por qué había explotado sobre Teherán un avión comercial ucraniano en enero del 2020, derribado por un misil controlado por los rusos como afirmaban algunos gobiernos. Usaron sólo unas pocas fotografías, imágenes de satélites y geometría elemental. Pudieron incluso identificar al agente ruso responsable, Sergei Skripal, involucrado en un intento de asesinato de un ex espía de su país en Inglaterra en 2018. Los satélites de uso civil pueden proporcionar imágenes termales y de infrarrojos, o acceso a radares de apertura sintética, para poder descubrir minas de uranio en explotación o cohetes escondidos bajo una cubierta. Hay quien ha sido capaz de predecir una fusión de empresas importantes estudiando los vuelos de aviones privados de los ejecutivos involucrados.

Para los que quieran profundizar en estos temas, The Economist recomienda un artículo reciente de dos profesores de los EEUU (Erik Lin-Greenberg y Theo Milonopoulos) y un libro del fundador de Bellingcat, Eliot Higgins. Por su parte, la doctora Ballestrini apoya la creciente capacidad de la sociedad civil para conocer mejor lo que le afecta, porque favorece al empoderamiento social y el desarrollo de nuevas disciplinas científicas. Defiende un “uso altruista de los datos” como plantea el nuevo Reglamento Europeo para la Gobernanza de Datos.

Es obvio que muchos avances sociales se deben al uso adecuado de información, imprescindible, por ejemplo, en la actual pandemia. La primera petición de este blog relativa a ese grave problema iba en esa dirección (La parte borrosa del Covid 19 necesita big data mundial, 1/3/20). Se tardó en hacer lo suficiente, lo que impulsa a muchos a tener dudas relativas sobre lo que pasa y los remedios para combatir la plaga. La epidemiología es una ciencia que demanda investigaciones estadísticas para detectar causas, impactos relativos o circunstancias que frenan o aceleran procesos infecciosos. Cualquier aporte serio de la sociedad civil debe ser bien visto.

Si los ciudadanos disponen de más datos supervisarán mejor la acción de los gobiernos. Retirarles el monopolio de la información a los aparatos políticos y burocráticos abre puertas a un mejor control democrático. Una sociedad demasiado dominada por redes que intentan manipularla en función de intereses comerciales o ideológicos tiene muchos riesgos, pero debemos hacer un esfuerzo para intentar ser optimistas. Hay mucho de positivo en que gente curiosa y preparada, que es capaz de coordinarse, sea capaz de poner en cuestión hechos que se nos dan por ciertos o de ofrecernos informaciones que se nos quieren esconder.

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