Por primera vez desde hace dos años, los líderes de los principales países de la democracia liberal se están viendo cara a cara. La llegada de Joe Biden a la Presidencia de los EEUU sirve para recuperar el trabajo multilateral, que es imprescindible hoy incluso para los países más grandes. Una cumbre muy importante, que aborda algunos posibles acuerdos difíciles de negociar y aplicar después.

En el nivel más general, las relaciones con un estado racista y totalitario como China deben coordinarse mejor si se quiere evitar un retroceso grave en el respeto a la libertad y los derechos humanos. No puede ser difícil lograr un consenso para tomar medidas orientadas a frenar el programa de represión interna, expansión territorial, y dominio global de Xi Jinping. Deben preverse limitaciones al acceso a tecnologías punta que permitan a China controlar, más aun, lo que pasa. De paso que se impulsa la investigación sobre los orígenes de la pandemia en el país que ha resultado menos perjudicado por ella. Al otro gran agente del expansionismo autoritario, Vladimir Putin, también le dedicarán alguna propuesta de sanción para preparar la visita que Biden le va a realizar a continuación, el nuevo zar estaba más contento con Trump que se acercaba más a su estilo.

En ese mismo plano global, la solidaridad real de los más ricos se verá en su capacidad de apoyar, con ayudas concretas, un programa eficaz de vacunación de todos los habitantes de la Tierra contra el covid 19. Además de una obligación humanitaria, es urgente para poder sacar al planeta de la grave crisis en que está metido. En este apartado también deben preverse apoyos para que los menos favorecidos se puedan adaptar a las medidas contra el cambio climático que nos amenaza a todos.

Una crisis que ha servido (entrada del pasado día 6) para que los responsables de finanzas de los países ahora reunidos acordaran aplicar un impuesto mínimo del 15% a las multinacionales, a recaudar en cada país donde operan. Para que el acuerdo sea respaldado por los jefes de gobierno es importante la negociación sobre la tasa que la UE quiere aplicar a las grandes tecnológicas de Internet, que cuenta con el rechazo de los EEUU por perjudicar específicamente a compañías de ese país. Si se implanta el impuesto mínimo de sociedades de la forma prevista quizá podría aparcarse la llamada tasa Google, hasta ver si funciona bien el acuerdo de impuesto común mínimo, un gran paso para configurar un planeta mejor gestionado.

En el ámbito impositivo, fundamental para aguantar el impacto de la crisis sobre las finanzas públicas, queda mucho por hacer. Es un escándalo lo que hemos conocido esta semana, gracias a la agencia independiente ProPublica que consiguió acceder a declaraciones de la renta de algunos de los hombres más ricos del mundo (Jeff Bezos, Elon Musk, Michel Bloomberg o George Soros) que, resguardados en la ingeniería financiera, no tributan por renta personal, mientras que los demás apoquinamos bastante. Es un tema clave de justicia impositiva, pero, en este caso, es interno de cada país que debe hacer sus deberes. Limitar el poder del dinero es un reto para la democracia liberal, porque sirve de argumento para descalificar su integridad moral, aunque los que gustan utilizarlo lo hagan para apoyar el poder del aparato político donde ellos mandan o aspiran a mandar.

En la muestra de concordia en temas trascendentales que se está produciendo en Cornualles no pueden faltar los pequeños embrollos de los estados nación y sus fronteras, como lo que le ha recordado Biden, irlandés de ascendencia, a su anfitrión Boris Johnson sobre la necesidad de respetar una Irlanda sin aduanas internas. Este lío me permitirá seguir entretenido mucho tiempo, porque como ya he dicho otras veces (la última el 30/04) la frontera o se pone dentro de la isla o se pone en los puertos para hacer pasar aduana a las mercancías que llegan de Gran Bretaña al Ulster. Una auténtica chapuza aceptada por el Reino Unido para poder separarse de la UE. Johnson se resiste a aplicarla, le crea problemas con la parte más dura de los unionistas protestantes que gobiernan en Belfast y ahora se da cuenta que lo que firmó para salir corriendo de la UE atenta contra la unidad territorial de la patria.

Esperen grandes discursos para finalizar la cumbre. Ya es un buen paso la declaración de intenciones para caminar hacia un sistema internacional más justo y eficaz, superando los crecientes obstáculos de ir por separado. Pero el estado nación, los intereses parroquiales, el poder del dinero, siguen ahí y habrá vueltas atrás como la que supuso el Brexit. Iremos contando las nueces que caen del árbol.     

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