Según denuncias presentadas por la Asociación China de Derecho, personas de ese origen están sufriendo problemas para poder tener cuentas abiertas en bancos españoles. Últimamente está muy afectado el colectivo de ciudadanos chinos que tenían cuenta en Bankia y ven que el proceso de absorción por la Caixa está llevando a que la nueva entidad a donde van a parar sus cuentas les pide que las cancelen. Según la mencionada asociación hay unos 1.300 afectados.

Un asunto en que confluyen diversas variables y en el que pueden estar pagando justos por pecadores, al aplicárseles la estricta legislación antiblanqueo, que además impide a las entidades que expliquen las razones de las medidas que toman. No ayuda a facilitar las cosas la imagen del colectivo, por las repetidas actuaciones policiales contra organizaciones comerciales chinas acusadas de importaciones ilegales, evasión fiscal y blanqueo. Algunas espectaculares como la operación Emperador, contra el emporio montado por el empresario Gao Ping, otras más recientes como la Alquimia. Ambas están aún pendientes de juicio. Además de otros muchos aspectos es relevante el importe de los billetes incautados, que guardaban en cajas y sacos. En la Emperador fueron 11 millones de euros en efectivo y en la Alquimia ocho.

Las redes de blanqueo son muy capilares, intervienen muchas personas para dispersar gastos e ingresos, ahí radica el problema que, muchas veces, los sistemas de seguridad de los bancos detectan. La adición al uso de billetes que muchas empresas chinas demuestran es un mal hábito que induce a sumergir parte del negocio con afán de tributar menos. Al final, la medida de clausurar cuentas puede incluir, en el caso de muchas personas, el peso de prejuicios no justificados.  Lo que, al final, acaba realimentando el uso del efectivo y las tentaciones para operar en la economía sumergidas, por cerrarse el camino para canalizar ingresos y pagos a través del sistema bancario.

Lo que habría que combatir no son las cuentas corrientes sino los billetes, como explico en el libro cuya portada reproduzco más abajo. Es la primera vez en la historia que podríamos funcionar sin ellos y debería haber un plan para hacerlo posible. Es poco ético evadir impuestos, pero tampoco lo es que el Estado, el Banco Central Europeo, emita cada día más billetes grandes, cuando la gente prácticamente ha dejado de usarlos. Le gusta dar servicio a todo tipo defraudadores y delincuentes. Luego, intentan arreglar el estropicio que ellos provocan con legislaciones antiblanqueo más duras cada vez, que acaban dañando a algunos ciudadanos honrados y echando a muchos en manos de los billetes. Parece que es lo que buscan, aumentar el uso de un instrumento de pago que provoca hábitos nocivos y al que le está llegando la hora.

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