Los medios dedican espacio estos días a prácticas corruptas que afectan al PP de Madrid. Algunas son recientes, facilitadas por la urgencia de abastecerse de material de protección contra la pandemia que llevaron a relajar controles en los procedimientos y afectan al entorno familiar de la presidenta de la comunidad o del alcalde de la capital. Otras son de hace años, incluso decenios, resultado de procesos judiciales. Impacta la proliferación de personas involucradas, desde alcaldes a empleados destacados del partido, como Luis Bárcenas, o políticos de renombre, como Rodrigo Rato o Álvarez Cascos.

Todo viene de tiempos en que mandaban mucho personas que aún se esmeran en decirnos lo que debe hacerse, como José María Aznar o Esperanza Aguirre. Además de tolerar la corrupción y, en muchos casos vinculada a ella, también se dedicaban a tirar dinero de todos creando redes de autopistas radiales que luego hubo que rescatar, promoviendo una fallida candidatura olímpica, exprimiendo la inversión pública en un AVE de prioridad radial, que ahora cumple 30 años y margina los corredores costeros o el transporte de mercancías……

En los 80 hubo una popular serie de televisión que se prolongó en el cine, Corrupción en Miami, en torno a dos agentes de la Brigada Antivicio de la Policía de la principal ciudad de la Florida. Me inspiró el título porque aquí podría hacerse algo parecido, protagonizado quizá por la fiscalía anticorrupción. A un buen guionista le sobra material para escribir apasionantes episodios. Ha habido corrupción en otras comunidades y ha afectado a otros partidos, pero no tanto como en el PP de Madrid, donde la gran concentración de poder ofrece más oportunidades. La serie que propongo sería una buena ocasión de ganar audiencia para televisiones independientes, incluso podría abordarse como coproducción desde etb y TV3.

El nombre de la serie norteamericana en inglés, Miami Vice, también es sugerente. El contexto en el que ha crecido la mugre que sale a la luz tiene que ver con vicios enraizados, como el amiguismo o la tradición cortesana. Las relaciones con amigos, reforzadas en reuniones, comidas o cacerías para compartir influencias de todo tipo, son un elemento básico de la cultura madrileña y fomentan el pelotazo, un deporte muy popular. En cuanto a la Villa y su corte, poco se puede añadir a lo ocurrido con un rey que ha tenido que jubilarse por prácticas, como mínimo, inapropiadas. Con ese ejemplo o el de Urdangarín, no puede extrañar que algún noble se compre Ferraris y yates con dinero de comisiones para vender mascarillas, mientras morían miles de personas y los sanitarios se jugaban la vida para atenderlas.

El Sr. Feijóo tiene un difícil trabajo para cambiar una cultura de tolerancia con la corrupción. Además de cortar cualquier financiación en B de su organización y aledaños, debe ventilar la casa aunque afecte a personas poderosas que probablemente cobraban algún sobresueldo, también en B. Nunca es fácil combatir prácticas enraizadas, pero hay que evitar caer en la católica absolución. Gracias a ese otro gran vicio español, el PP sigue teniendo mucha fuerza en Madrid. No se debe robar, pero se perdonan algunos deslices si los autores se arrepienten y disculpan. Mucha gente les sigue votando, aunque los jueces condenen al partido como responsable subsidiario de prácticas ilegales. Los que les apoyan son también son culpables de lo que pasa.

El análisis costumbrista se corresponde bien con la base económica de la capital, en la línea de las enseñanzas de Carlos Marx: el modo de producción condiciona la cultura. Además de mucho aparato público, que siempre refuerza la sensación de impunidad, la capital cuenta con dos sectores de peso que no ayudan al juego limpio.

Uno es la construcción, que en todas partes tiene conexiones con la Administración por la obra pública y la regulación urbanística. En España es un sector sobredimensionado y las grandes constructoras están centralizadas en la capital. En los casos más sonados de corrupción, como la Gurtel, hemos visto la predominante presencia de constructoras.

La proximidad a esta actividad ha provocado sucesos que dan para más de un capítulo de una serie televisiva, incluso para una película. Ocurrió, por ejemplo, con el intento de internacionalización de la empresa gestora del Canal de Isabel II. En 2013 compró la brasileña Emissão, Engenharia e Construções, con todo tipo de corruptelas. Esta y otras operaciones en Latinoamérica, que resultaron ruinosas para la compañía, costaron a la empresa 60 millones en comisiones a asesores, directivos y consejeros, pagadas en paraísos fiscales. Enterraron la carrera política de Ignacio González, brazo derecho y sucesor de Esperanza Aguirre como Presidente de la Comunidad, que antes había sido ¡Secretario de Estado de Administración Pública! en el gobierno de Aznar.  

El otro gran sector económico en la capital es el financiero. Fue muy escandaloso lo de Bankia, nacida allí e hinchada de ladrillo (la construcción otra vez) y políticos, cuyo rescate ha costado a los españoles más de 20.000 millones de euros. La entidad registró el caso de las tarjetas black. Su presidente Rodrigo Rato (ex vicepresidente del Gobierno) y su vicepresidente Rodríguez Ponga, que había sido ¡Secretario de Estado de Hacienda! usaban tarjetas de empresa para gastos personales como sobresueldo libre de impuestos.

Otro tema para llevar al cine es el de Francisco González. Para los muchos que tienen mala memoria conviene recordar que fue colocado al frente del BBVA, mediante maniobras dirigidas desde el gobierno del Sr. Aznar, con objeto de llevar la sede del banco de Bilbao a Madrid, cosa que consiguieron y la cultura de la ciudad empezó a impregnar la entidad. FG tuvo que dejar su cargo cuando se descubrieron sus contactos con el comisario de la “policía patriótica” José María Villarejo para espiar a posibles rivales. Villarejo estuvo también ligado a maniobras del PP para tapar el affaire Bárcenas y a la lucha ilegal contra el terrorismo, y facturaba desde su empresa lo que conocía como servidor público.

Abunda la desmemoria, reforzada por el generoso uso de la santa absolución. FG llegó a la Presidencia del gran banco vasco tras recibir el perdón del establishment capitalino por haber colaborado en algún negocio de Mario Conde, cuando este estaba vaciando Banesto, ayudado por un ex juez, Pérez Escolar, que ya lo hacía a menor escala, como directivo de la entidad, antes de la llegada de Conde.

El responsable público de vigilar el sector bancario, tan delicado por los riesgos que implica, es el Banco de España que tardó demasiado en enterarse de lo que pasaba en las cajas de ahorros, sobre todo en la que tenía más cerca. Eso sí, sigue defendiendo, ahora apoyado por el BCE, la emisión de billetes que ayudan a que las corruptelas, demasiado abundantes en su entorno geográfico, sigan funcionando.

Hoy me he extendido un poco más de lo habitual. Pero llevo mucho tiempo estudiando los escesos del poder, de eso va mi ensayo, con la suerte de conservar algo de memoria y haber estado en sitios desde donde poder observar la versión nacional.

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