“Compañero de viaje” se usaba en los 60 para definir a organizaciones culturales, sindicatos y otras formas de agrupación colectiva que giraban en la órbita de partidos comunistas, que los manejaban porque se consideraban una vanguardia revolucionaria que debía controlar todo lo que generara influencia social. En política internacional, la llegada de Trump y su “comprensión” con los desmanes expansionistas de Putin debilita sus relaciones con sus aliados europeos y sus vecinos, Canadá y Méjico. Parece que los estados más grandes se van a repartir el mundo de acuerdo con sus intereses. Como ya he expuesto antes, hay países de menor dimensión que se apuntan a esa mezcla de nacionalismo y populismo con perfil fascista.

Dos de ellos han tenido protagonismo estos días. El gobierno judío -una mezcla de derecha dura, extremismo religioso y cultura xenófoba- ha cortado la ayuda humanitaria a Gaza para hacer sentir la hambruna a los desesperados habitantes de las ruinas que los bombardeos israelíes han dejado y evitar que Hamás tengan capacidad de negociación en la prórroga de la tregua. Israel prepara ya esquemas logísticos para expulsar a los palestinos de Gaza y de Cisjordania, donde permite que colonos radicales los vayan echando de sus casas. También consolida la ocupación de espacios vecinos en Líbano y Siria, aprovechándose de la falta de estabilidad institucional que sufren.

Hace tres cuartos de siglo se permitió a los judíos volver a su tierra histórica, creando un Estado donde habitaba el pueblo palestino desde 1800 años antes. Además de la influencia que los judíos tienen en los EEUU, con lo que eso significa, el nuevo Estado era una forma de compensación por los horrores del holocausto a los que los nazis los habían sometido. Ahora empiezan a parecerse a sus antiguos perseguidores, cometen un genocidio con los palestinos matándoles de hambre para que se sometan y se vayan. Netanyahu siente el viento a favor, se le ve feliz expandiendo territorio y practicando limpiezas étnicas con el apoyo de los nuevos fascistas del mundo.  

Los argentinos no se consideran el pueblo elegido por Dios como los hebreos, pero añora su grandeza de hace 100 años, tras la gran expansión económica impulsada por la exportación de productos agrícolas durante la primera gran guerra. Milei, en la línea de su admirado Trump, también quiere hacer grande otra vez a su país. Le tienta la oferta de un tratado comercial favorable con los EEUU y está dispuesto a salir de Mercosur si fuera necesario.

Eso es precisamente lo que quiere el Presidente norteamericano, frenar la idea de una asociación comercial, germen del avance de Sudamérica en línea europea para generar capacidad de resistencia a los designios de Washington. Como repito con frecuencia, los dirigentes de línea autoritaria odian lo que supone la Unión Europea como modelo de construcción institucional de rango supranacional, que permite contrabalancear la egoísta política exterior de los grandes estados. La UE ha firmado hace unas semanas un nuevo tratado comercial preferente con Mercosur. Ambas organizaciones sienten que deben levantar barreras ante el intento del imperio de la fuerza de someter al imperio de la ley. Milei es muy errático y está algo debilitado después de recomendar invertir en $Libra, una criptomoneda que ha quebrado, y de permitir que una ley llame imbéciles e idiotas a los discapacitados, pero bebe los vientos por la política de Trump.

A los líderes israelita y argentino se les ve mucho el deseo de apuntarse a vueltas atrás, desprecian un orden internacional de cooperación y normas justas para todos, no sólo para los suyos.   Son los típicos “compañeros de viaje”, aprovechan las reglas de juego que marcan los más déspotas para aplicarlas en sus espacios nacionales y zonas vecinas y debilitar, en su ámbito, las instituciones internacionales levantadas con mucho esfuerzo para que el planeta deje de estar únicamente en manos de estados nación. En este mundo tan interconectado no podemos ser una banda de tribus, parapetadas en fronteras rígidas y despreocupadas de los demás.

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