El pasado día 14, la Comisión Europea desveló su Pacto Verde para reducir en un 55%, antes del 2030, la emisión de gases de efecto invernadero sobre los niveles de 1990 y lograr en 2050 la neutralidad de Europa en la materia. Un objetivo ambicioso, que contempla, entre otras medidas, impulsar el coche eléctrico, los de combustión interna dejarían de venderse en 2035. La propuesta incluye también la imposición de una tasa sobre las importaciones de determinados productos cuya fabricación es intensiva en energía (aluminio, acero, cemento, …) para proteger a los fabricantes europeos frente a los de países más permisivos en la generación de emisiones contaminantes.

La propuesta, que ya provocó fuertes tensiones en el seno de la Comisión, inicia un intenso debate con diversos agentes, desde los ecologistas, que reclaman más ambición, a los Estados que pueden verse perjudicados por medidas concretas. Como, por ejemplo, las previstas sobre combustibles, que tendrían fuerte impacto en el tráfico aéreo. El avión es el medio de transporte más contaminante y penalizarlo mucho afectaría negativamente a los receptores de turismo como España. También ha recibido el rechazo de países que se sienten perjudicados por las nuevas tasas para frenar la importación de materiales fabricados con exceso de emisión de CO 2. 

Como si fuera algo preparado para reforzar el apoyo popular al plan de la Comisión, el día 15 siguiente se iniciaron en Centroeuropa lluvias torrenciales que produjeron gravísimas inundaciones, especialmente en la parte occidental de Alemania y en menor medida en Bélgica. No recuerdan allí una situación tan dramática de este tipo, que alerta de la rápida materialización de las amenazas del cambio climático.

Un aviso de lo que nos espera como no nos tomemos en serio las alteraciones de la atmósfera, reforzadas por la acción humana. Esta vez ha costado la vida a más de 200 personas y enormes daños materiales. Debemos escuchar las propuestas de Bruselas, debatirlas, alcanzar un consenso y ponerlas en marcha. Por fortuna, disponemos de esa Unión Europea que a veces nos parece demasiado alejada, pero que constituye el primer intento serio de superar las limitaciones de un mundo influido en exceso por los egoísmos de los estados nación. Es una gran ocasión de mostrar voluntad política de tener en cuenta las necesidades del planeta, por encima de las fronteras que tanto gustan a populistas y políticos de vieja escuela.

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