El nivel de enfrentamiento político en España coincide con líderes inseguros, poco expertos. Un mal momento para que nos caiga una pandemia del calibre de esta. Lo prioritario debería ser combatirla con eficacia, pero el deporte de moda es señalar culpables de lo obvio: somos el peor país de Europa en la lucha contra el covid-19.

Los que le echan la culpa al gobierno central ponen pegas a cualquier acuerdo y no paran de criticarle. El sábado, unas 3.000 personas de esa línea se manifestaron en Madrid contra el ejecutivo, cubiertos por banderas constitucionales y algunas preconstitucionales. Mientras montan ese número en el interior del gran generador de contagios de la península, insultan a los que permitieron una manifestación que no les gustaba: la del 8 de marzo, el día de la mujer.

En otra línea, El País de ayer parecía dar la razón a mi entrada del jueves (Covid rima con Madrid). El título y el subtítulo de su primer editorial, que reproduzco arriba, me animaron a pensar que alguien, por fin, iba a proponer cosas sensatas. Hace un análisis de la gravísima situación sanitaria de la capital y de la inoperancia del ejecutivo regional. Pero se limita a pedir ayuda adicional para la comunidad que más depende ya del Estado.

Cataluña prohíbe reuniones de más de 10 personas y Barcelona convierte en virtual su semana de moda . Madrid, con dos veces y media más contagios, apoya manifestaciones como la citada antes, deja correr la Fashion Week con nivel presencial y el Hotel Miguel Ángel paga 4 páginas en los periódicos para anunciar una exposición y subasta de obras de arte en este mes. Por citar unos pocos casos.

El principal error es el propio enfoque: debatimos sobre quien gestiona o quien ayuda, no sobre las soluciones exige el gravísimo problema de salud, sobre las que deberíamos estar de acuerdo, aunque fueran duras. El poder que concentra la principal ciudad española es tal que tiende a mirarse sólo a si misma. Algunos piden más ayuda del Estado sin nada a cambio.

¿Qué pasa con los demás? Con los que actúan con seriedad y tienen mejor o peor controlada la pandemia. Ellos no quieren esperar a que políticos y medios “nacionales” se pongan de acuerdo en quien manda y dejen de mandar virus a los demás. Si, como subtitula el editorial citado, estamos ante una cuestión de Estado, la situación exige medidas que sirvan a todo el país.

Llevo 6 meses tratando de llamar la atención sobre el hecho de que cualquier lugar con el nivel de contagios de Madrid (527 por 100.000 habitantes ahora) estaría aislado en un país civilizado. La decisión es del Gobierno central, ya que el autonómico sigue de fiesta. Aíslen la capital y pongan objetivos de control sanitario al gobierno de la Comunidad para volver a permitir las salidas no justificadas y, por supuesto, facilítenles todo el apoyo necesario. No haberlo hecho desde el principio, nos ha costado demasiadas víctimas y un gran agujero económico. Lo urgente es taponar la hemorragia, no ganar tiempo poniendo parches.

Me temo que continuarán mirándose al ombligo y olvidándose de los demás, de esa España que tanto dicen querer. Seguirá engordando la nómina de muertos y desempleados. En el libro ya aviso del peligro que supone la confluencia de la visión de los medios de comunicación y los aparatos político-burocráticos. Echo en falta más pensamiento colectivo periférico y a periodistas independientes, que sean capaces de enfocar problemas tapados por una visión limitada del país.

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