Parece que Alberto Núñez Feijoo se ha adaptado a la filosofía madrileña. Según Isabel Díaz Ayuso “La solución para España está en el PP, especialmente en el PP de Madrid”. El alcalde y la presidenta de la Comunidad Autónoma hacen continuas declaraciones sobre el conjunto del Estado. No pueden evitarlo, son el eje de un nacionalismo español, muy populista. Sus compañeros de viaje, Vox y lo que queda de Cs, les secundan, incluso se muestran más sinceros y piden la supresión de las autonomías. Algo incompatible con la democracia en España, eso les parece secundario.

Feijoo se adapta al estilo achulado que es propio de la Villa y Corte. De entrada, no se atreve a tocar el pasado de corrupción que anegó allí a su partido. Son cosas de otros tiempos, dicen. Pero al menos deberían guardar algo las formas para cuidar la salud democrática de un país en el que son partido de gobierno. No es muy decoroso que los dirigentes responsables de su organización en tiempos turbios no hayan sido, como mínimo, aparcados en ese olvido que los nuevos jefes piden para sus excesos. En lugar de eso, se les invita al Congreso regional que entronizó a la Presidenta de la comunidad al frente del PP de Madrid y siguen dando consejos a los españoles en cuanto les ponen un micro delante.

Como son creyentes, lo fían todo a la absolución. Gracias al olvido y el perdón, Feijoo ha obtenido el apoyo del equipo de tabernarios, como llama a los suyos Isabel Díaz Ayuso. Por eso protege la afición a frecuentar tabernas, línea estrategia que presidió su política sanitaria durante los primeros y peligrosos meses de pandemia, con  resultado de miles de muertes innecesarias. Se puede comprobar en la estadística y el plano de La Voz de Galicia que figura al final. Madrid  es la región europea que ha perdido más años de esperanza de vida en el 2020. Pero eso no influye en el voto, sólo votan los vivos.

Las copas y comidas con amigos, tan arraigadas en la cultura de la capital, también facilitan coordinar pelotazos. Como los habidos  en plena crisis de covid19 con participación de personas bien conectadas, cuando se adquirían productos sanitarios de forma urgente. A pesar de lo que afirman, parece que no han superado prácticas demasiado arraigadas

En la tradición católica recibir el sacramento de la absolución, el perdón de los pecados, exigía algunas condiciones mínimas: confesarlos, cumplir una penitencia y tener propósito de enmienda. Por respeto a la Iglesia, conviene  acuñar un nuevo tipo de absolución, diferente de la religiosa, es expeditiva, multitudinaria y de poca exigencia. La que da título a esta entrada. En tiempos en que el populismo está en alza, la tolerancia con los patriotas debe ser total. Como con los policías y espías que se salen del trabajo reglado para defender esa nación idealizada por tabernarios.

También el rey emérito ha recibido una buena dosis de absolución tabernaria estos días. Cuando un periodista le preguntaba el domingo en Sanxenxo si que ría dar explicaciones, contestó «¿de qué?. No es de extrañar,  la monarquía es un aglutinante básico para los que ponen la nación por delante de los usos democráticos. La Constitución, redactada bajo la vigilancia de los generales, considera al Rey el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y en la entrada de algunos cuarteles aún se puede leer aquello de “Todo por la Patria”, lo que sea. La misma norma fundamental proclama que el monarca es inviolable y exento de responsabilidad. Es decir, tiene barra libre. La mayor parte de los medios de la gran taberna se han apresurado a resaltar que no tiene asuntos judiciales pendientes, privilegios del cargo.

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