La posibilidad de abandonar a su suerte a las milicias kurdas en Siria, YPG, es motivo de polémica, desde hace tiempo, dentro de los propios EEUU. De hecho, fue el motivo de la dimisión del prestigioso general Jim Mattis como secretario de Defensa, en diciembre pasado. Los militares norteamericanos consideraban un deshonor dejar el terreno donde habían estado desplegados en el norte sirio para combatir a los yihadistas. Para conseguir derrotar al Isis y, con él, a Al Qaeda la colaboración del YPG ha sido fundamental, no les parece bien darles la espalda ahora.

Al retirarse, los EEUU dejan abierta la zona al ejército turco, que intentará ocuparla. Para los turcos las milicias kurdas son terroristas, por apoyar a un partido (PKK)de su misma etnia que ha cometido atentados en Turquía. La invasión provocará muchos muertos, graves desplazamientos de población y de refugiados (allí y en la zona fronteriza de Turquía) y tensiones con el gobierno sirio de Al Assad, apoyado por Vladimir Putin.

El YPG intentará buscar un acuerdo con estos últimos que permita a Damasco recuperar el control de esta zona, a cambio de algún tipo de autonomía. Lo tienen difícil. El concepto de autonomía repele a todos los autócratas, que ven estas soluciones como atentados a la “unidad de la patria”  y los citados, Putin y Al Assad, son colegas de Erdogán en esas aficiones, por lo que pueden ponerse de acuerdo con facilidad a pesar de las diferencias que han mantenido en este largo conflicto. Los rusos entienden muy bien a los que gustan de invadir espacios vecinos, considerados propios, como han hecho ellos en Ucrania.

A Trump le da igual, no está para preocuparse de esos líos que heredó, es demasiado vago salvo para escribir twitts. Además su instinto también le hace sentirse próximo a los autócratas nacionalistas como Erdogán. Patriotas como él. ¿A quién le importan los kurdos?, al fin y al cabo no tienen un Estado, no son nadie, salvo cuando los necesitan. Un pueblo de usar y tirar.

En mi libro describo los problemas que dejan detrás los que denomino “imperios terrestres”, esos que se han dedicado a ocupar espacios próximos y que luego son complicados de deshacer. El Imperio Otomano y la URSS fueron modelos de ese tipo y seguirán provocando problemas con los vecinos, porque siguen siendo usados por los políticos como mecanismos de cohesión nacional, alegando viejas reivindicaciones histórica. También analizo que, en el mundo actual, los Estados nación tienen una soberanía más débil que en los siglos anteriores, lo que pone nerviosos a muchos. La presión otomana impidió en su día que hubiera un Estado kurdo cuando se desmontó su imperio y luego se descolonizó Mesopotamia y alrededores. El caso me interesa porque es un ejemplo de las limitaciones de raíz que tiene el modelo de organización más extendido y, más aún, cuando está deficientemente usado como en este caso.

Al Presidente de los EEUU no parece preocuparle el lío al que da vía libre, aunque amenace a Turquía con sanciones económicas si se excede. Por cierto, me gustaría saber qué es eso de excederse cuando se provoca una guerra. Erdogán cree que tiene la sartén por el mango. El Assad quiere recuperar una zona donde cuenta con reservas de petróleo y quizá tolere una presencia transitoria del ejército turco a lo largo de su frontera norte. Pero muchos norteamericanos – incluidos algunos importantes políticos republicanos y medios afines que están criticando la decisión del Presidente- recuerdan que ya se apoyaron en los peshmergas, los soldados kurdos, para derrocar a Hasan Hussein. Ahora esos mismos kurdos cuentan con un Estado de hecho en el norte de Iraq, que es la única zona donde no hay líos entre facciones del islam y donde no necesitan arriesgar vidas ni gastar recursos norteamericanos.

El Kurdistán iraquí tiene importantes reservas de petróleo. Es peligroso darles alas a los nostálgicos del viejo Imperio Otomano que pueden caer en la tentación de repetir en esa zona lo de “una franja de seguridad para frenar el terrorismo”. Y no olvidemos que también hay minorías kurdas en Irán y Armenia, fronterizas con las iraquíes. A pesar de las diferencias y problemas de coordinación de un pueblo dividido entre cinco Estados, el asunto seguirá dando que hablar y provocará mucho dolor si los autócratas nacionalistas no son capaces de entender que no les valen las soluciones militares, necesitan acuerdos políticos, como en Iraq. Los kurdos son, por ahora, los únicos beneficiarios del lío que montaron allí el Sr. George Bush y cuatro amigotes, incluido José María Aznar. 

Conviene no menospreciarlos, porque conservan capacidad de provocar incendios en una región con muchas sustancias combustibles encima y debajo de la superficie

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