El calentamiento global responde a un ciclo periódico del clima de nuestro planeta, ahora reforzado por la mayor emisión de gases de efecto invernadero y la destrucción de ecosistemas forestales que ayudaban a absorberlos. El calentamiento no se sentirá igual en todas partes, sus efectos están condicionados por su impacto sobre las corrientes marinas que configuran la meteorología de cada zona.
El sistema de circulación del agua en el Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés: Atlantic Meridional Overturning Circulation) afecta mucho a Europa. Nos ha venido enviando aguas templadas de los trópicos a través de la Corriente del Golfo, que, antes de calentarlas, las recibe frías de la Corriente del Labrador, la que recorre la costa de Norteamérica dirección sur. Ésta última se está frenando desde hace décadas, al absorber cantidades crecientes de agua muy fría por el deshielo de Groenlandia y del casquete polar generado por el aumento de la temperatura atmosférica. El proceso pone en riesgo el sistema que ha venido funcionando hasta ahora.
En la medida en que vayamos dejando de recibir aguas templadas en nuestras costas, los inviernos en Europa tenderán a ser mucho más fríos y secos. Según previsiones de los expertos, Bruselas podrá llegar a sufrir temperaturas nocturnas de -20 grados y Oslo de -50. El norte de la Península Ibérica pasará gran parte del invierno cubierto casi enteramente de blanco. Un artículo en The Economist (16/8), acompañado de un editorial, enfatizaba la relevancia de ese pronóstico. El tema me interesó inmediatamente porque lo tengo incorporado a mi visión del futuro desde la adolescencia. Leí entonces un extracto de un artículo científico publicado en los EEUU, que avanzaba el cambio en AMOC y afirmaba que se empezaría a notar a principios del S XXI. Lo recogía una revista mensual española – Selecciones del Reader´s Digest- a la que mis padres estaban suscritos, una publicación muy popular en los años 60.
La previsión de entonces se confirma y hay que tenerla en cuenta. Sobre todo en estos momentos y en España, cuando vamos a realizar un imprescindible esfuerzo en mejorar la resiliencia de nuestros espacios rurales frente a los incendios. Una de las medidas estrella debe ser desarrollar bosques más resistentes al fuego y fáciles de limpiar con ayuda de ganadería. En el marco de las previsiones meteorológicas a largo plazo que he comentado, conviene que se seleccionen especies arbóreas resistentes a las bajas temperaturas del futuro, porque los árboles duran mucho y seguirán dando sombra en el siglo XXII. Tampoco hay que olvidar el dato en las normas que fijan las características de los edificios nuevos o que se vayan a reformar.
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El otro calentamiento global, que por desgracia no da muestras de ir a enfriarse, es el de los grandes países empeñados en que el mundo les obedezca. Hemos visto el reciente show montado por Xi Jinping, acompañado de dirigentes de diversos países, pero especialmente de Vladimir Putin y Narendra Modi. Estos tres dirigentes configuran una estructura de poder que explicaba en una reciente entrada (Los grandes estados se reparten el poder político, 20/8). El grave peligro es el creciente enfrentamiento y el ejercicio de músculo militar que se extiende por todas partes, la mejor prueba de esta peligrosa deriva del gasto público la vimos en el espectacular desfile que Xi montó para cerrar su espectáculo. Me alegró que el indio Modi, al fin y al cabo jefe de gobierno de una democracia, no asistiera y que la parada del ejército chino estuviera presidida por los dos miembros del trío de perfil claramente fascista, acompañados del autócrata que gobierna Corea del Norte, capaz de enviar sus soldados a morir a miles en Ucrania sólo para hacerse merecedor de ese asiento en la primera fila de los más poderosos.