Europa debe pensar en superar sus límites, muchas veces autoimpuestos y reforzados por presiones exteriores, para seguir liderando el avance de la especie humana hacia una existencia más armónica y justa, menos condicionada por las fronteras y las ideas que las refuerzan: historias manipuladas para añorar imperios y tiempos dorados, religiones que confinan a las mujeres en el hogar, xenofobia, proteccionismo… No es fácil porque las culturas nacionales tienen muchas raíces y son manipuladas por patriotas que quieren imponer vueltas atrás en la apertura internacional y el ejercicio de las libertades.

Mi recomendación, en el ámbito de defensa, es complementar el reforzamiento de los sistemas nacionales y de su coordinación, una especie de OTAN circunscrita al ámbito europeo que propone la Comisión y a la que me refería en la anterior entrada, con la creación de un Euroejército, bajo el mando de instituciones comunitarias. Sus funciones consistirían en reforzar las fuerzas de los estados miembros ante amenazas exteriores. Con el tiempo, podría llegar a absorber las fuerzas armadas de los países que hayan decidido participar en él. Tiene que estar muy preparado y disponer de medios, sobre todo los de tecnologías emergentes como drones y misiles y los que permiten buena movilidad. También nos defendería de los ataques a redes de comunicación, sean realizados mediante sistemas informáticos (robos de información, bloqueos, intoxicaciones…) o físicos, como agresiones a cables submarinos y satélites.  

La idea de un Euroejército cuenta ya con apoyo popular (63% en España) y será un paso decisivo en la construcción de la UE, como en su día lo fue el Euro, la moneda común. Encontrará resistencias operativas y, sobre todo, las apegadas a la idea de nación. Los patriotas intentarán recursos de inconstitucionalidad contra la integración de la capacidad de defensa en un espacio situado más allá de la estricta soberanía nacional. España es un caso potencial, porque tendrá que cambiar o reinterpretar el artículo 62 h de la Constitución: “a S.M El Rey le corresponde el mando supremo de las Fuerzas Armadas “. En su día, fue un regalo al monarca procedente de la línea más franquista insertada entre los padres de la norma fundamental, para que pudiera recurrir al ejército, como en ápocas anteriores, si se intenta la tercera república. 

Hace falta un Euroejército para defender la UE y dotarla de autonomía, como agente político internacional orientado a favorecer el imperio de la ley, la protección de los derechos humanos y el desarrollo apoyado en el libre comercio. La experiencia de creación del Euro, la moneda es también un símbolo tradicional de soberanía, puede orientarnos en este desafío. Por ejemplo, no sería obligatorio que un país entre en el Euroejército, como los que están en el espacio común manteniendo su propia divisa.

Lo que no hay que hacer es desalentarse por las críticas de los aferrados a las tradiciones. Los que vivimos el proceso de implantación de la moneda única desde el sector financiero recordamos los análisis escépticos que hacían, en la década de los 90, prestigiosos profesores, principalmente británicos y estadounidenses. Casi todos coincidían en que separar la política monetaria de la fiscal haría imposible mantener la solvencia de la nueva divisa supranacional en caso de crisis grave. Se equivocaron, lo mismo ocurrirá con los que critican el ejército común como un sueño irrealizable. ¡Ah! y el euro también puede ayudar a financiarlo. Lo dejo para más adelante.

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