El gayo payaso se lanza a la lucha por la reelección con toda la artillería porque tiene fundados temores de perderla. Incluso se ha atrevido a emplear la Casa Blanca como plató de la Convención Republicana en el lanzamiento de su campaña. El uso de la residencia presidencial para un acto de partido es una novedad inquietante, que él justifica por la necesidad de realizar actos on line, a consecuencia de los riesgos de contagio por covid 19.

Debe ser que no dispone de locales de su partido, de su familia, de sus hoteles y resorts y ha tenido que quedarse en el 1600 de Pensilvania Av., Washington DC. Tiene todo tipo de propiedades y espacios para poder haber realizado sus intervenciones, pero al niño rico, gordo y mal criado le gusta usar todos los juguetes que tiene a mano. Los considera de su propiedad exclusiva, incluida la Presidencia de los EEUU. Está poco acostumbrado a que le contradigan o le limiten. Va a ser una campaña tremebunda, con mucha presencia en medios, especialmente digitales. Trump reforzará su papel de líder indiscutido rodeado de banderas y “America First” y dirá de todo, hoy una cosa, mañana la contraria, según convenga.

Su pensamiento de base, debajo de la palabrería, lo marcan el supremacismo blanco y la radicalidad conservadora. De entrada, en sus discursos no hay mención a la violencia estructural del país, con la población afroamericana como principal minoría afectada. Los que no están con él son un peligro para la patria, socialistas radicales y camorristas que atentan contra la “ley y el orden” y el “modo de vida americano”.  Un modo de vida que, según su versión, incorpora elementos ideológicos fundamentales: el neoliberalismo que incrementa las diferencias de clase y frena el ascenso social, la venta libre de armas que fomenta los tiroteos encabezados por sus seguidores, la religión ultraconservadora, la discriminación de las minorías y, al fondo, el machismo de siempre.

Vectores que configuran un nacionalismo radical, con vocación fascista. Probablemente siente envidia de su amigo Vladimir Putin, porque le gustaría ser presidente perpetuo. Además de ayuda en las redes sociales, que ya le sirvió para ganar las elecciones anteriores, puede pedirle al autócrata ruso asesoramiento sobre los sistemas para manipular el marco constitucional, si las cosas se tuercen. Ya lo ha hecho usando la Casa Blanca para fines partidistas. Podrían ocurrírsele cosas peores, como boicotear el voto por correo o retrasar las elecciones por razones de salud pública si las encuestas siguen sin serle favorables.

Todo un desafío para la democracia contemporánea más antigua y poderosa. La credibilidad de los defensores de la libertad en occidente y, con ella, la estabilidad internacional en un marco de extensión del nacionalismo autoritario (Xi Jinping, Vladimir Putin, Recep Tayyip Erdogan…) se juegan mucho en las elecciones del 3 de noviembre.  

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2 comentarios

  1. Es cierto que los «gallos» que actualmente compiten por ser los amos del gallinero (y no solo del «suyo» si no del global) lo hacen desplegando «toda su artilleria», ya sea la del taimado, la del payaso… (como E. Sáez les titula).
    No es nada nuevo. Se vienen superando, poniendo c/u creciente empeño en sus singularidades, inasequibles tanto ellos al desaliento como muchos de nosotros a la sorpresa.
    Es asi que no resulta estraño que Trump «brille» aún más ahora, ante la proximidad de unas elecciones en que las expectativas se han tornado esquivas a sus aspiraciones. Su «representacion» irá in crescendo hasta el incierto resultado final.
    Pero, aunque muy interesados por estos lares en la «memoria histórica» doméstica (selectiva, eso si), prestamos mucha menos atención a la ajena, si así se puede considerar en un mundo globalizado lo que viene sucediendo más allá de nuestras fronteras.
    En los últimos 70 años, por no ir más allá, tanto en EEUU, como en la URSS (antes y después de), o China o Corea, por no extendernos en abundantes ejemplos, no han faltado líderes con «brillantes palmarés» como para hacer buenas las «hazañas» de los citados actuales.
    Para sobrellevar todos estos sobresaltos, nada como recordar aquello de: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa…
    También en España.

    1. Como tu dices es un tema recurrente y Trump irá aumentando su presencia y la agresividad de sus mensajes. El problema es que todos estos líderes muy nacional-patrióticos complican la gestión del mundo en que vivimos. Un tema que me interesa especialmente, que desarrollo en el último capítulo de libro (Más allá del estado-nación) y que es un auténtico desafío para la Humanidad. El viejo estado nación va a ser difícil de sustituir, el problema es que su visión del mundo es de tiempos antiguos cuando éramos mucho menos gente y estábamos poco conectados. Busca fronteras rígidas y equilibrios militares, con agresiones si hace falta. Sobre las fronteras marítimas hay una alusión en la última entrada.

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