Hace tres días hablaba del ejercicio de poder en China y los Estados Unidos, cada día más alejado de los ideales en que teóricamente se sustentan esos países y más limitado a servir los intereses de las oligarquías dominantes. Esa tendencia en los grandes Estados nación es una de las principales preocupaciones que dieron pie al libro en que se apoya este blog.

A pesar de algunos paralelismos con China, en los EEUU todavía hay capacidad de ejercer la crítica en público y de resistirse, con el apoyo de la ley, a algunos excesos de los poderosos. Aunque éstos cada vez acumulan más influencia, que es la base del crecimiento de la desigualdad, el principal problema económico en los países más desarrollados.

Pekín tiene más capacidad de imponerse. Basta con observar lo que pasa en Hong Kong, donde conviven un gran dinamismo económico y un régimen de libertades, que desagrada a los que mandan. Hace un año, allí empezaron a registrarse protestas contra los intentos de recortar esas libertades civiles. Hubo episodios violentos, protagonizados por elementos incontrolados, que sirvieron de disculpa para recrudecer la represión policial. Las manifestaciones continuaron hasta la llegada del COVID-19.

Los jerarcas chinos han aprovechado el confinamiento y la fuerte presencia policial que trajo la epidemia para apretar a los disidentes. Una primera medida fue la detención de algunos de sus líderes ideológicos, como el abogado y antiguo legislador Martin Lee, que tiene 81 años y es considerado el padre de los movimientos pro-democráticos de Hong Kong. El señor Lee siempre ha defendido sus ideas desde la no violencia y criticado a los que cometieron excesos en las protestas del año pasado.

Junto a estas detenciones, que buscan asustar a los defensores de la democracia, el Gobierno de Pekín ha realizado una lectura restrictiva del artículo 22 de la Ley Básica, especie de constitución del territorio acordada entre China y el Reino Unido. El artículo prohíbe entrometerse en los asuntos de Hong Kong a los departamentos del Gobierno Central, cuyas competencias se limitan a asuntos de defensa y relaciones internacionales.

Pekín considera ahora que esa norma no afecta a su Oficina de Relación con Hong Kong y Macao, que está presionando al parlamento de la ex colonia británica para que apruebe legislación más dura contra los que, según ellos, promueven la secesión (defienden la democracia) o los que se mofan de los símbolos nacionales, como el himno o la bandera.

La restricción de movimientos para combatir la pandemia es utilizada por un Gobierno totalitario para poner las bases de una mayor represión en lugares donde aún toleran la democracia. Lo hacen porque tienen obsesión con el control de todo lo que pasa y no toleran discrepancias públicas, pero también porque tienen miedo de que el ejemplo se extienda a otras zonas del país.

La crisis del coronavirus está poniendo límites, no sólo en China, al ejercicio de la libertad y los derechos humanos y reforzando tendencias nacionalistas y aislacionistas. Debemos buscar terapias para evitar también ese tipo de secuelas. Seguiremos con ejemplos más próximos.              

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2 comentarios

  1. Siguiendo el hilo argumental ¿podriamos llegar a pensar el Covid.19, con origen en China, fue «fabricado» con la finalidad de sofocar las incómodas revueltas de Hong Kong, minimizando las apariencias represivas?.
    Si así fuese, a la vista del éxito del «invento» incorporatian luego el producto a su extenso catálogo de exportaciones, motivado éste, además, de otras sucesivos para, supuestamente, combatir los efectos de la primera. Toda una «exitosa» operación de marketing: fabricar lo que se vende.
    Tal vez Mr. Trump haya llegado a una conclusión similar y de ahí su enfado manifiesto.
    A ver que pasa con los ejemplos más próximos.

  2. Quise decir, antes:
    …motivadora esta, además, de otras sucesivas para ..

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