Es todo un programa de futuro fácil de enunciar e, incluso, de consensuar, pero difícil de aplicar. Como en el libro se reflexiona, es muy complicado alterar los sistemas de poder enraizados. Por razones históricas diversas (entre ellas la capacidad de las Escuelas de Caminos de atraer a parte importante de los jóvenes más capaces) el sector construcción tiene una participación en nuestro PIB del doble de lo normal en un país avanzado.

La construcción está siempre vinculada al aparato político-burocrático, del que dependen inversiones y licencias de obra. Eso favorece prácticas corruptas en todas partes, sólo que, como he dicho, aquí tiene excesivo peso . Tiende a ser importante en la financiación de los partidos y aparecen conexiones con casi todos de los casos de corrupción que han aflorado estos años. Muchos han ido pasando a un segundo plano por la tendencia del país a aplicar la absolución a los creyentes de la fe dominante. Sólo hace tres meses que nos hemos enterado de las comisiones millonarias que cobró el rey emérito de sus amigos los jeques saudíes, por proyectos de constructoras españolas en La Meca de las mordidas. Ya nadie habla de ello. 

El segundo problema grave del sector es que promueve plazos de pago dilatados. Como ya hemos denunciado aquí, hay grandes empresas constructoras que pagan a sus proveedores a más de 200 días, cuando la ley establece un máximo de 60. Tienen mucha influencia y han conseguido evitar, durante diez años y con distintos gobiernos, que la ley de morosidad del 2010 tenga un reglamento de sanciones, que necesita para no ser papel mojado.

Los plazos de pago excesivos están ligados al poder del ladrillo, SEOPAN y Palco del Bernabéu incluidos, y a parte de la gran distribución. Es una característica de nuestra economía de la que los medios no hablan porque están bien “instruidos”. En teoría, es fácil de arreglar, pero el poder es el poder y sabe manejar los hilos.

Para que España pueda llegar a acercarse a Alemania en peso industrial necesita que sus plazos medios de pago se acerquen a los alemanes, aproximadamente la cuarta parte de los nuestros actuales. Sólo así, las pequeñas y medianas empresas dejarían de ser prisioneras de su circulante y podrían invertir para crecer e investigar, es un sencillo análisis de balances contables. Ponerle el cascabel al gato no exige dinero del que el Gobierno anda escaso, sólo narices y honestidad. 

                                                 …………….                                                                                         

Si algo ha dejado muy claro la crisis es que la investigación es la base del futuro, a ella nos hemos agarrado desesperadamente para intentar someter al covid-19. Debe ser la prioridad para la inversión pública. Pero también es preciso que las empresas dispongan de recursos para completarla con investigación privada y facilitar el desarrollo en industrias punteras.

Ya he dicho en las entradas anteriores que no necesitamos más autopistas ni aeropuertos. Si acaso un plan de largo plazo del Gobierno para mejorar los ferrocarriles costeros y los orientados al transporte de mercancías, los más olvidados por el derroche del AVE que toca a su fin, aunque deja una pesada secuela de mantenimiento porque estuvo mal concebido. Por su parte, las ciudades deberían levantar algo de vivienda pública para alquiler y las CCAA reforzar la infraestructura sanitaria. Nada excesivo.

Necesitamos mucha inversión en ciencia, tenemos buenos científicos y podemos recuperar los que han tenido que emigrar. Hacen falta medios, públicos y privados. Esta debe ser la principal prioridad, señora vicepresidenta económica. Lo he repetido mucho y usted lo sabe bien: la inversión inteligente es la clave de un futuro avanzado, seguro y sostenible.

Hay que cerrar la “era del ladrillo” y abrir la de la investigación, son poco compatibles.

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2 comentarios

  1. Cuando Enrique Sáez anuncio su voluntad de poner a disposición de la Vicepresidente Tercera del Gobierno de España (por vicepresidencias, ministerios y demás prolífico entramado no quedará) Nadia Maria Calviño, lo que llama “Ideas para Nadia”, vino a mi memoria el ensayo “Un mensaje a Garcia” escrito por E. Hubbard a finales del XIX que conocí hace ya unas décadas y al que ahora, con tal motivo, he dado un superficial repaso.
    Se me antoja a mi que, aunque Sáez no “Rowan”, Nadia no es “Garcia” ni aquí estamos en un estado de guerra, salvo contra el Covid, sus no menos letales efectos derivados, así contra la desatención ridícula y/o el trabajo mal hecho, la referencia del notable relato de Hubbard bien podría ser fuente de inspiración para esas proclamadas “Ideas”. Y eso, porque al leer, con algún retraso y “al tiron” las tres entradas que sucedieron al anuncio (vehículos eléctricos, menos tráfico aéreo y más investigación / menos ladrillo) no resulta difícil concordan con tales desideratum, pero me parece a mi que es preciso no perderse en el camino de busca de tan ambiciosos como necesarios objetivos. Aún siendo valiosas las recomendaciones ofrecidas no creo que, por obvias, aporten demasiado a nuestra ilustre paisana.
    Conocer el destino es cosa imprescindible pero insuficiente sin una “tripulación” que se adecue a la singladura, faltando o no valorando suficientemente los “pertrechos” imprescindibles y, muy importante, sin tener muy clara la inexcusable necesidad de mantener el buen estado de la nave ahora en uso, no vaya a ser que zozobre aún más y termine hundiéndose, y todos con ella, en tanto la nueva embarcación no está en condiciones de rendir de forma razonablemente satisfactoria. Atender a una no debe ser incompatible sino complementario de cuidar la otra, tratando, eso si, de ponerla al día.
    Si, como cabe suponer, Nadia tiene ya claro el a donde, las ideas vendrían mejor para orientar sobre el por donde, cuando, como y con quien.
    Quedo expectante.

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