El 20 de noviembre del 75, cuando Franco falleció , el director de La Voz de Galicia, Francisco Pillado, introdujo un par de “perlas” en el suplemento extraordinario que el periódico publicó ese día . Una es la frase del titular, atribuida a doña Emilia Pardo Bazán, que, al parecer, estaba preocupada por el futuro de su finca . La otra, una foto de cuando el Generalísimo era gobernador militar de Coruña, acompañando al Presidente Manuel Azaña en el balcón de Capitanía General. La prensa menos afecta al Régimen empezaba a buscarle las cosquillas. La vuelta de las Torres de Meirás al dominio público, de confirmarse en instancias judiciales superiores, será un hito en el camino de librarnos de pesadas herencias.

A raíz de la sentencia que declara que el pazo de Meirás pertenece al Estado, se vuelve a hablar del posible uso que podrían tener el edificio y la finca. Cada vez que el sector público incorpora un inmueble a su patrimonio empieza una especie de concurso de ideas sobre lo que se puede hacer con él. Como resultado, cargamos, en sentido fiscal, con propiedades públicas que cuesta mantener y que no sabemos bien para qué sirven. Me vienen a la cabeza la Ciudad de la Cultura o los debates sobre la antigua cárcel de Coruña, hay ejemplos de todo tipo. Desde mi prevención hacia los excesos de gasto ornamental voy a hacer una propuesta, que entiendo más práctica, para cuando Meirás sea, por fin, de todos.

Grandes casas de grandes mujeres

Pensemos en lo que deseaban, en tiempos de la Condesa de Pardo Bazán, las dueñas cultas de grandes fincas. Juana de Vega creó, en su testamento, una Fundación para que su casa de San Pedro de Nós sirviera como escuela para formar agricultores. Casi 150 años después, la entidad sigue trabajando para ayudar al desarrollo del ámbito rural gallego. El mismo destino pensó la hija de Fanny Garrido para su Pazo de Lóngora, aunque la solución elegida no fue tan eficaz. Aquellas señoras sentían que debían ayudar a la gente del campo, con la que convivían unos meses al año. Una preocupación quizá vinculada a su condición femenina, porque la mujer tiene un papel muy destacado en el espacio rural gallego.

Emilia Pardo Bazán, que tanto peleó por la igualdad de la mujer, tenía que sentirse próxima a esas predecesoras y a Concepción Arenal, precursora en la lucha por la educación de las niñas, que pasaba veranos en Nós con su amiga Juana de Vega, cuando Emilia era adolescente. También a su padre, por supuesto, que concibió la finca familiar como una explotación agrícola moderna, “la granja de Meirás”.

Me permito suponer, que, dado ese contexto ilustrado en que vivió, doña Emilia sería feliz de que sus 9,37 hectáreas de granja ayudaran al campo gallego, un siglo después y tras una trayectoria muy complicada. Todo o parte del edificio podría abrirse a los que quieran recorrer su historia, especialmente la relativa a la gran escritora, pero el terreno es una buena plataforma para desarrollar investigación agraria, de forma autónoma o adscribiéndola a alguno de los centros que ya tienen en Galicia el Estado o la Xunta. Necesitamos invertir en ciencia para mejorar la agricultura y la ganadería, no en centros culturales o recreativos de difícil utilidad, devolvamos la granja de Meirás a los usos para los que fue concebida

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1 comentario

  1. La interrogante de cabecera que se atribuye a doña Emilia es perfectamente entendible. Si no lo dijo o escribió es seguro que lo pensó. Y no se quedó sola en la teflexión; no es preciso para ello tener o haber tenido un pazo.

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