La mentalidad centralista de los que nos gobiernan les lleva a insistir en que el test sobre el coronavirus se va a realizar “en 50 provincias”, expresión con la que se refieren a toda España. Equivalencia que retrotrae a épocas en que era habitual hablar así y que sólo los mayores recordamos.

Más de 40 años de democracia han hecho olvidar los 40 de Franco, pero ahí siguen las 50 provincias. Estas décadas han cambiado muchas cosas. Como que las Comunidades Autónomas, aportación de la democracia a la gobernabilidad de una complicada España, disponen de las competencias en sanidad, un servicio público que han ido adaptando a la realidad del territorio.

Es comprensible que el presidente de Galicia pida que el proceso de desconfinamiento en marcha tenga en cuenta la situación de las diversas áreas sanitarias definidas por la Xunta, que son las que disponen de los recursos sobre el terreno, un tema básico para decidir cómo se van reactivando los territorios. Si la referencia de la vuelta a la normalidad son las provincias, entes territoriales artificiales y con casi nula relevancia en asuntos de salud, se seguirán mezclando peras con manzanas y tomando decisiones sin base real. Continuarán produciendo más sufrimiento y pérdidas económicas de lo necesario.

Lo que nos está ocurriendo es consecuencia de la decisión del Gobierno de actuar unilateralmente desde la Administración Central. Las provincias son historia pasada, en términos de salud pública, pero parece que a nuestros dirigentes les gusta conducir mirando el retrovisor, lo que explica su mala gestión de la crisis. Llevan semanas en el Ministerio del Tiempo, hablan de provincias, Plan Marshall, Pactos de la Moncloa, deuda perpetua, precios por decreto…

El lenguaje que le gusta emplear al Sr. Sánchez es un tema de estudio. La semántica no es neutral y cuanto más habla más se descubre cómo piensa. Se le nota a gusto con el mando único y pierde la prudencia. En el eslogan que eligieron en su día (este virus lo paramos unidos) la clave está en “unidos”, que ya fue objeto de comentario aquí. Yo les proponía “juntos”, aunque no revueltos como parece que lo ven ellos. Confunden unidad con uniformidad, a lo cual colabora la afición a salir en la tele rodeados de uniformados. Sólo en Madrid se mantiene la costumbre de hablar de los demás españoles como “de provincias”. Cuando el Gobierno habla de unidos, subconscientemente nos ve reconvertidos en provincianos.

Las grandes crisis refuerzan la tendencia a buscar soluciones del pasado, como las provincias. Una división territorial con poco recorrido democrático (hasta los franceses, sus grandes promotores, quieren olvidarlas), pero bien recibida por gobiernos muy centralistas. Volveré sobre este tema, que necesitamos aclarar si queremos que España sea un país más tolerante y eficaz.

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Quizá los niños de El Hierro podrán ir a la escuela antes de que termine el curso, porque, según parece, se va a hacer una desescalada del confinamiento con criterios adaptados a los territorios. Lo dudo mucho.

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4 comentarios

  1. Finalizaba 2017, ¡ Como pasa el tiempo !, cuando fui convocado y asistí a la presentación del libro «La Libertad en el Siglo XXI», escrito en gallego. Se celebró el evento en la hermosa y prestigiada librería Couceiro de la copostelanísima plaza de Cervantes, lugar conocido allá por el siglo XXII como «El Foro» y años (siglos) después como «del Campo», «del Pan» y ya a finales del XIX por su actual denominación, tras el busto levantado en la ciudad (1856) en honor del príncipe de nuestros ingenios. El marco del acontecimiento fue, pues, dificilmente mejorable. Acompañaban al autor no pocos representantes de la, digamos, intelectualidad gallega y galleguista y algunos otros cuya presencia, como en mi caso, se justificaba únicamente por la condición de amigos de Enrique Sáez. Hubo distintas intervenciones y los lógicos plácemes y parabienes.
    Días o semanas después, leído el libro, me comuniqué yo con el autor amigo y, con la reiteración de mi felicitación por su conocido y reconocido buen estilo y erudición, le expuse opiniones concurrentes y también algunas que no lo eran tanto. Desde entonces, muy esporadicamente durante un tiempo y con mayor puntualidad a partir el confinamiento que estamos padeciendo (el retiro lo propicia) vengo dando continuidad a aquellas no demandadas opiniones cada vez que se da el caso. Es por ello que hoy me sentía un poco «frustrado», pues lo que en esta ocasión nos ofrece no me deja margen para la controversia, estando como estoy más motivado para ella que para el aplauso, independientemente del afecto que tengo al Sr. Sáez. Cuando ya había renunciado, pues, a cualquier comentario, me llega a través de distintos medios la siguiente información:
    «Las cifras maquilladas del Gobierno. La OCDE corrige sus ranking de test y relega a España del puesto 8 al 17. Se ha visto forzada a rectificar tras DESCUBRIRSE que los datos de España, por los que se presentaba el Gobierno en el «top ten» de los países que más test de coronavirus se han realizado, no son homologables con los de los demás con los que se le compara». Fin de la cita.
    Concluyo volviendo al título: «Manda Madrid, renacen las procincias» y digo yo Manda Madrid. ¡ Manda carallo !

      1. Yo no lo sé, pero a la vista del “historial” pudiera ser que por ambas cosas, ya que en el capítulo de bulo es difícilmente encajable…

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