El 12 de marzo del 2020 la entrada del blog se titulaba “Hay que cerrar Madrid ya”. Me parecía obvio que, siendo el principal foco de contagio de covid 19, se actuara como China había hecho con Wuhan. No se hizo, esperamos a confinar toda España y pasamos a estar en puestos de cabeza entre los países más afectados por el virus. La Comunidad de Madrid no quería ni hablar de restricciones a la movilidad en la capital y echaba balones fuera culpando de lo que pasaba al Gobierno por haber permitido la gran manifestación nacional del 8-M. Sigue igual, aquel titular nos sirve para pedir, otra vez, que se asegure su total aislamiento en el puente de San José y la Semana Santa.

El ejecutivo madrileño presume de la eficacia de sus sistemas, menos agresivos, para combatir la epidemia. Me he permitido hacer un cálculo con los datos estadísticos de que dispongo. Hasta el pasado fin de semana, España había registrado 71.138 fallecimientos, confirmados y probables, por covid 19, de los cuales 14.104 corresponden a la Comunidad de Madrid. Si la incidencia de esta provincia fuera similar a la media del resto de España se hubieran evitado unas 4.300 muertes. Todo por proteger la hostelería, un sector no estratégico que se recupera rápido de las crisis con algunas ayudas. En el futuro intentaré afinar este análisis, ponderando el peso de los segmentos más susceptibles de complicaciones graves, porque en Madrid los mayores de 65 años (datos del 2019) son el 18 % del total, mientras que en el conjunto de España representan el 19,6%. Se mueren muchos más allí, con una población menos propensa, y encima presumen de ello.

En estos momentos el lío de país en que se ha convertido España está muy pendiente de su capital, además de por los criterios divergentes contra el covid, por la confrontación entre la convocatoria de elecciones, tras la disolución de la cámara decretada por la Presidenta, y la de una moción de censura presentada contra ella. Habrá que ver quien prevalece. El detonante del enfrentamiento en Madrid fue la moción de censura de Murcia, presentada tras un pacto entre PSOE y Ciudadanos, que rompió el acuerdo de gobierno con PP y Vox.

A este blog le interesan especialmente las debilidades institucionales que se ponen de manifiesto en las tensiones políticas. Según mi criterio, no debería existir ninguna de las dos comunidades autónomas que han puesto todo patas para arriba en plena crisis sanitaria y económica. Son fruto del famoso “café para todos” del Presidente Suárez, parte de la pesada carga que nos ha dejado una transición compleja. España no debería tener más de 12 ó 13 CCAA, Francia ha reducido las regiones a 13 cuando decidió acometer una descentralización seria y Alemania tiene 16 landers, son Estados bastante más poblados y ricos que el nuestro.

Este asunto es una de las principales dificultades para que funcione bien el Estado de las autonomías y debería abordarse, aunque choque con todo tipo de localismos. El caso de Madrid es el más complejo. El resto de las comunidades, sean del signo político que sean, se dan cuenta de su difícil encaje. En particular Castilla La Mancha, de la que debería formar parte y que es la única que está por delante de la capital en el número de muertos por 100.000 habitantes, causados por la pandemia, a causa del contagio emanado desde la gran ciudad y su efecto sobre una población más envejecida que no ha podido defenderse.

Cuando Madrid tiene, como ahora, un ejecutivo de signo contrario al Gobierno del Estado no puede evitar actuar como alternativa, les parece natural hablar todo el tiempo de la gobernabilidad del conjunto, al que consideran una especie de prolongación de sí misma. Si queremos impedir que la ciudad central se convierta en un permanente motor de disgregación, aunque diga buscar lo contrario, debería retirársele la condición de comunidad autónoma. Podría contar, como Washington, con un estatuto de capitalidad sin autonomía fiscal. Ahora se dedica a hacer competencia a las demás CCAA con rebajas impositivas, apoyándose en un nivel de renta que deriva de su condición de capital, con lo que debilita la cohesión entre los españoles.

Cataluña es un caso de nacionalismo con base cultural algo diferenciada y con una gran ciudad al frente. La tensión que crea, con sus características propias, responde a parámetros que se dan en otras partes y el tipo de negociación para paliarla es conocida (autonomía fiscal, preeminencia idioma…). Lo de Madrid es cosa nuestra, nadie tiene en Europa una capital tan alejada del mar o de un río navegable, tan habituada a controlar y absorber. Cuando no la dejan hacer lo que quiere se vuelve rebelde contra el Estado que la creó. No es capaz de acomodarse a mandar menos, por eso es más difícil de encajar en el puzle que tenemos delante. Pero, al menos, el lío en marcha sirve para abrir las mentes al pensamiento periférico y empezar a configurar un diagnóstico más preciso de los problemas.

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6 comentarios

  1. Tienes toda la razón en este razonamiento- análisis pero difícil de que sea entendido y menos aceptado en el Centro.

  2. Entre tantas cosas como se tratan en esta entrada, no me es difícil concordar, aunque solo sea parcialmente, con alguna de ellas, p.e. lo cuestionable del «cafe para todos» a que se hace referencia, visto ahora sin los condicionantes y con una perspectiva de la que, obviamente, se carecía entonces. Por lo demás, no podría proponer una «enmienda a la totalidad», pero tampoco argumentar los no pocos y serios desacuerdos, pues todo ello desborda las posibilidades del formato, aunque si refutar las conclusiones a las que lleva, o pretende llevar, el conjunto de lo que se expone: Madrid es el problema.
    Yo creo que no lo es, ni mucho menos, en España ni para España,
    aunque si para quienes pretenden por todos los medios (evítense connotaciones que no vienen al caso) tomar Madrid.
    Espero y deseo que haya elecciones el 4 de mayo y que, ante los acontecimientos que allí se han provocado/producido, sean quienes tienen derecho a voto (mayoritariamente españoles con origen en todo el territorio nacional) quienes resuelvan el conflicto.

    1. Al menos ya se empieza a hablar de Madrid como problema y la confusión entre nacionalismo español y madrileño. Nunca debió de ser comunidad autónoma, no es lógico y le da nuevas armas para seguir absorbiendo casi todo lo que le interesa, de eso vive y por eso crece. Que se lo digan a la cantidad de ancianos muertos por esa afición a las terrazas, los cafés funcionariales o las comidas de negocios. Son muchos fallecidos allí y en otras partes, especialmente en Castilla La Mancha. Alguien debe decirlo.

  3. Claro que Madrid es un problema, pero no para España sino para quienes de uno u otro modo quieren, interesadamente, combatirla. Para estos es el objetivo a batir, lo que no va a resultar fácil.
    Las pretendidas razones que se exponen no me parecen tales, como no lo es proponer «dar la palabra» a los muertos madrileños y de su inevitable area de influencia (lo que digo con el máximo respeto). En tan kafkiano caso habría que convocar también a todos los demás ¿o cremos que la libertad de expresión no debe ser algo exclusivo ni excluyente?…

    1. Perdón, corrijo lo escrito en la última frase, en interrogante. Quise decir. ¿ o creemos que la libertad de expresión debe ser algo exclusivo y excluyente?.

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